Hallado el cadáver de la niña desaparecida en Lugo con signos de violación
Miembros de la Cruz Roja de Vilalba (Lugo) encontraron ayer semienterrado el cadáver de la niña de nueve años María del Carmen Rivas López, que había desaparecido el miércoles cerca de su domicilio cuando regresaba del colegio. El cuerpo de la pequeña fue hallado en un monte cercano al cementerio municipal, a unos dos kilómetros de la vivienda donde reside su familia. Estaba desnuda de cintura para arriba, con signos de haber sido violada y en avanzado estado de descomposición, que aparentemente se aceleró rociándole el cuerpo con algún agente químico, según el juez de Vilalba, Miguel Ángel Pérez Moreno.
El juez declaró a Efe que la muerte "pudo haber sido provocada por una persona de la zona", ya que el lugar donde fue encontrada la niña sólo es accesible para una persona que conozca el paraje.El cadáver fue hallado sobre las tres de la tarde por un joven que cumple la mili en la Cruz Ro a local y que desde el miércoles participaba en las patrullas organizadas por la Guardia Civil, la Policía Local y vecinos del municipio para intentar localizar a María del Carmen Rivas. Cuando pasaban por las inmediaciones del cementerio de Vilalba, los integrantes de la patrulla percibieron un fuerte olor. Cubierto por ramas y tierra observaron un bulto del que sobresalía el pie de la niña. De inmediato alertaron a la Guardia Civil y al juez de instrucción de Vilalba.
En el lugar se concentraron en pocos minutos un gran número de vecinos y el alcalde de la zona, Agustín Bahamonde, que había encabezado personalmente las tareas de búsqueda de la niña por los bosques de la localidad. Sobre las 17.30, el juez ordenó el levantamiento del cadáver para practicarle la autopsia.
Pese a que la niña llevaba sólo cuatro días desaparecida, el cadáver estaba en estado de descomposición muy avanzado. El juez y los miembros de Cruz Roja que lo encontraron aventuraron la hipótesis de que el homicida pudo haber rociado el tronco y el rostro de la pequeña con algún agente químico para acelerar el proceso de descomposición y dificultar la identificación del cadáver. "Estaba mutilada, no se le reconocía", señaló con voz entrecortada un agente de la Policía Local que acudió al lugar del hallazgo.
De hecho, ni el juez ni la Guardia Civil pudieron confirmar oficialmente que se tratase del cuerpo de María del Carmen Rivas aunque correspondía al de una niña de su edad. El magistrado decretó el secreto del sumario.
La Guardia Civil carece aún de pistas fiables sobre el autor del rapto y asesinato de la niña. En los últimos días ha centrado sus investigaciones en buscar un automóvil Ford Fiesta, de color blanco y con matrícula de Oviedo o de Orense que abandonó a toda velocidad la aldea donde residía la pequeña momentos después de la desaparición de ésta.
María del Carmen Rivas fue vista por última vez el miércoles al mediodía, a unos 200 metros de su domicilio, cuando regresaba de su primer día de clase en el colegio público de Vilalba donde este año iba a iniciar el cuarto curso de EGB. María del Carmen residía con sus padres, un matrimonio de labradores, y su hermano de cinco meses en la aldea de Goiriz, a unos cinco kilómetros del casco urbano de Vilalba, y volvía a casa desde el colegio en transporte escolar.
Algunas declaraciones de los vecinos de la zona han abierto una nueva línea de investigación. Habitantes del lugar han señalado que desde hace tres días falta de su domicilio un joven deficiente mental que vivía en una aldea de la misma zona. Fuentes de la Guardia Civil indicaron que ésta es una hipótesis más de las que se barajan en las investigaciones. Los vecinos de Vilalba y la familia de la pequeña habían perdido ya toda esperanza de hallarla con vida.
Durante tres días helicópteros de servicio de salvamento de la Xunta, unos 40 guardias civiles con perros adiestrados, casi toda la plantilla de la Policía Local y la Cruz Roja de Vilalba y decenas de vecinos buscaron infructuosamente por los bosques de la zona algún rastro sobre el paradero de la pequeña. "No nos quedaron ni cinco centímetros por rastrear", explicaba un miembro de la Policía Local.
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