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Reportaje:

"No olvidaremos jamás"

Kuwait trata de adaptarse, a la crisis heredada de la guerra del Golfo

"No olvidaremos jamás". La proclama en grandes letras de molde está a la entrada de uno de los numerosos museos dedicados a la invasión iraquí de Kuwait. Restos de tanques iraquíes yacen repartidos en varios puntos de la ciudad como monumentos a la operación aliada que liberó el emirato hace más de año y medio. Las dos baterías de misiles Patriot emplazadas no lejos del centro de la capital son el más visible testimonio de que Estados Unidos está protegiendo día y noche a Kuwait.

Sadam Husein sigue en el poder en Bagdad pero los kuwaitíes duermen tranquilos. Estados Unidos, Reino Unido y Francia han paralizado a Sadam y Kuwait está tratando de volver a ser el de antes. Va a ser difícil.Kuwait es otra vez un oasis con aire acondicionado. En las costas hay poco espacio para flamantes yates importados, los vuelos a Europa están siempre a tope y las carreteras son un muestrario de lo último del lujo rodante. Kuwait ha reparado su industria petrolera con la misma velocidad con la que ha vuelto a instituir su aversión hacia los extranjeros, especialmente hacia los palestinos.

"El mayor error en el que están incurriendo muchos kuwaitíes es creer que todo va a ser como antes", dice un diplomático occidental. "Sencillamente existe muy poco entusiasmo por aceptar las nuevas realidades".

Y son realidades preocupantes: por primera vez Kuwait tiene serios problemas económicos y, está encarrilado en un proceso electoral que puede depararle sorpresas. Por otra parte, dado el estancamiento en el conflicto entre Irak y Occidente, no se descarta totalmente la posibilidad de que el emirato se vea en armas como cabeza de puente en la campaña norteamericana para derrocar a Sadam.

"Nunca hemos brillado por nuestro análisis del presente, mucho menos cuando intentamos escudriñar el porvenir", dice un profesor kuwaití que pasó la ocupación iraquí como la gran mayoría de los "kuwa¡tíes de primera clase": en un hotel de cinco estrellas en el balneario de Taif, en Arabia Saudí. "Pero hay que ser ciego para no ver lo que nos puede caer encima".

Millonarios en crisis

Las imponentes fachadas de marmol de los bancos, firmas importadoras, empresas navieras e inversiones ya no simbolizan la solidez económica de otrora. El inmenso daño material causado por la ocupación y la guerra así como la factura que Kuwait tuvo que pagar a sus libertadores se han sumado a la erosión provocada por años de mala administración.Analistas occidentales han detectado síntomas de un posible déficit en los próximos años. Toda consulta al respecto en los niveles oficiales topa, por supuesto, con evasivas. Pero el respetado boletín informativo Middle East Economic Survey recientemente difundió que los apremios financieros para este año son del orden de 17.000 millones de dólares.

Las generosas compensaciones económicas decretadas por el emir Yaber al-Ahmed Al-Sabáj para los kuwaitíes, la absorción de deudas privadas y la elevación de salarios en un 25% han ensombrecido un cuadro afectado por la baja producción de petróleo y el sustancial aumento del presupuesto militar.

"Acostumbrados a vivir en la máxima opulencia, la mayor parte de los kuwaitíes se resiste a creer que las cosas van mal", dice un analista económico europeo. "Les ha llegado la hora de abrir los ojos, apretarse los cinturones y resignarse a vivir con uno o dos sirvientes", concluye.

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