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Los españoles son ahora algo más felices, pero desapasionados y débiles

Los españoles de ahora son algo más felices que hace 10 años, pero sus chispazos de excitación o interés han disminuido y se percibe en ellos menos atisbos de pasión. Así se deduce de un estudio -La sociedad española de los 90 y sus nuevos valores- de la Fundación Santa María, realizado sobre una encuesta a 2.637 personas en 525 puntos muestrales. Otras conclusiones llevan a que la actual sociedad española es débil, apelmazada, desapasionada, poco vitalista y predomina en ella la libertad sobre la igualdad.

Parece, dice el informe, que los españoles de 1990 han ido evolucionando en estos últimos diez años hacia una menor vivacidad psicológica. "Es como si, con el paso del tiempo, las cosas que nos ocurren fuesen vividas con menor intensidad". Por el contrario, añade, se detecta un saldo de mayor equilibrio afectivo. Es decir, "nos encontramos interiormente mejor, aunque vivamos menos intensamente que entonces".Este mayor equilibrio interior ha llevado a la sociedad española a convertirse en una sociedad con pocos malestares y con gran capacidad de absorber los conflictos de manera no traumática. "En realidad", dicen los autores, "estas características (una sociedad más madura pero menos interesada por las cosas) no son de ahora, hace ya tiempo que básicamente están instaladas entre nosotros, pero es ahora cuando salen a la luz".

La radiografía de esta "desapasionada" población, que se dice satisfecha con su vida, resalta otras significativas facetas derivadas de lo anterior. Así, por ejemplo, los españoles son prudentes ante la propuesta de realizar cambios en la sociedad, y se reafirman en la siguiente jerarquía de valores: familia, trabajo, amistades, tiempo libre, religión y política. Lo que subraya que lo que más valoran son aquellos aspectos de sus vidas que les resultan más próximos y cercanos; esto es, los que pertenecen al ámbito de lo privado, y relegan a un segundo plano los de carácter más social e institucional, los relativos al ámbito de los público.

En este capítulo, el estudio, del que son autores José Luis Villalaín, Ángel Basterra y Javier M. del Valle, se manifiesta sorprendido porque, en contra de lo que hacía prever el proceso de normalización democrática, la tasa de asociacionismo y de integración en todo tipo de organizaciones sociales ha disminuido. Los españoles de los noventa rehúyen participar en las fórmulas asociativas convencionales y se dirigen hacia los nacionalismos y los localismos.

No obstante esta escasa afiliación, existe un amplio respaldo a los movimientos de carácter social, con preferencia por los que defienden los derechos humanos, los ecologistas, antirracistas, prodesarme, antienergía nuclear y feministas. Todos ellos poseen un fuerte apoyo social y se extienden entre la población. No ocurre lo, mismo con la confianza que ésta muestra hacia las instituciones, que es "relativa", si bien no menor que en otros países europeos. Los españoles valoran más que el resto de Europa la Prensa, pero mucho menos el sistema legal.

Si se vuelve la mirada diez años atrás, la estimación de la sociedad es ahora menor hacia la policía, el sistema legal, las Fuerzas Armadas, el funcionariado y el Parlamento. Suben la enseñanza, la Prensa, las grandes empresas, los sindicatos y la Iglesia. Es decir, casi todas las ' instituciones que mejoran son del ámbito privado, y las que empeoran son de la esfera pública. Por lo que respecta a la Iglesia católica, a pesar de que sube la confianza en ella, los españoles le reprochan que no ofrece respuestas adecuadas a los problemas morales, familiares y sociales.

El interés por la política se reafirma escaso y sufre un pequeño descenso. El porcentaje de los "algo o muy interesados" por ella baja del 28 al 26%, pero, además, aumenta el número de los que adoptan una postura de indiferencia, desconfianza o aburrimiento. El 70% de los "nada o no muy interesados" por la política sube al 74%. Los más jóvenes y los mayores de 34 años son los más desencantados.

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