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Un viejo terror espierta en Hungría

Un manifiesto antisemita y los ataques a extranjeros resucitan el fantasma del nazismo

El espectro de la extrema derecha resurge en Hungría. Si la existencia latente de grupúsculos ultranacionalistas nunca fue un secreto, sí ha sido una sorpresa la publicación de un manifiesto ideológico de tintes neonazis y abiertamente antisemita firmado por Istvan Csurka, vicepresidente del Foro Democrático Húngaro (MDF). Lo preocupante es que el MDF es el partido del primer ministro, Joszef Antall. Antall, que en el pasado ha mantenido una ambigua relación con el ala derecha del MDF, se ha visto obligado a distanciarse públicamente de Csurka ante el Parlamento.

El aparentemente más estable de los países del antiguo bloque soviético, Hungría, no podía ser una excepción a la hora de sufrir los demonios extremistas que asuelan a sus vecinos. El inciden te político protagonizado por Istvan Csurka llega al mismo tiempo en que empiezan a conocerse preocupantes síntomas de xenofobia contra los extranjeros, especialmente contra los asiáticos y africanos. No sólo se ha endurecido considerablemente la política de inmigración, sino que han empezado los ataques violentos contra la gente de piel más o menos oscura.Dos skinheads (cabezas rapa-. das) fueron detenidos hace unos días en Budapest por los ataques contra un diplomático yemenita y otro zaireño, en incidentes separados. Ambos tuvieron que ser hospitalizados con graves heridas. Otros 48 jóvenes están a la espera de juicio por haber atacado en masa a grupos de extranjeros. Muchos de los agresores escogen el metro de la ciudad como campo de batalla. Allí, entre los túneles, se recrean en la caza del extranjero desprevenido. Para ellos, un extranejro se distingue, sobre todo, por el color de su piel.

Los tribunales han abierto ya varios sumarios contra estos grupos, mencionando por primera vez el agravante de que existe "una sospecha fundada de que se trata de un crimen contra razas, color de piel, grupos étnicos o religiosos".En este contexto, el escrito de Csurka toma especial importancia. Para el número dos del MDF, el Gobierno ha permitido a "los judíos, los comunistas y los liberales" mantener un control sobre el poder político, 'Trustrando así el auténtico cambio de sistema, que permitiría a los húngaros ser los dueños de su propio destino". Según el político húngaro, "el Gobierno no pudo echarlos del todo, por lo que aún mantienen sus lazos con Occidente y los usan Para Csurka, "no se trata del mito de la conspiración judía, sino de un fenómeno húngaro al que hay que enfrentarse".

Nuevos tanques soviéticos

Sus diatribas llegaron también al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a los plutócratas de Washington, al llamado eje París-Nueva York-Tel Aviv, que ha sustituido "a los carros soviéticos. En Budapest, donde viven la mayona de los judíos húngaros, se calcula que no llegan a los 70.000".

La reacción a su artículo sacudió la vida política húngara. No sólo desde la oposición, sino también del interior de su partido le llegaron las críticas más ácidas. El diputado Joszef Debreczeni le mandó una carta, que pronto llegó a la prensa, en la que aseguraba que numerosas partes de su ensayo "corresponden exactamente con la ideología nazi".

Finalmente, el caso llegó al Parlamento. El primer ministro no tuvo más remedio que distanciarse. "El ensayo de Csurka", dijo, "representa sus opiniones privadas, que nunca ha discutido con sus compañeros en el liderazgo del partido".

Antall, al que Csurka recomendaba en su ensayo retirarse para que sus enemigos no se aprovecharan de la enférmedad que sufre -un cáncer relativamente benigno-, llamó al polémico texto "panfleto", y aseguró que "ni él ni el partido podían identificarse con estas opiniones". Para muchos, sin embargo, la- reacción del primer ministro llega tarde.

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