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La ocupación iraní de la isla de Abu Musa inquieta a los países ribereños del Golfo

Irán ha pasado a la ofensiva en la controversia con ocho países árabes y ha sugerido que la disputa en torno a la desolada pero estratégica isla de Abu Musa, en el golfo Pérsico, está siendo fomentada por potencias extranjeras. La airada reacción de Teherán arroja nuevos interrogantes sobre la estabilidad de una zona vital para los intereses de Estados Unidos y sus aliados en la campaña contra Irak.

Diplomáticos occidentales escudriñaban ayer el panorama político regional con evidente preocupación. La veloz réplica iraní a una declaración del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), que apoyó categóricamente las reivindicaciones de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), promete intensificar el contencioso en momentos en que los árabes del Golfo acaban de dar formalmente su visto bueno a la estrategia norteamericana para con Bagdad."La agenda regional se ha complicado considerablemente", comenta un diplomático europeo. "Los árabes del Golfo, con el apoyo de Egipto y Siria, se están plantando frente a Irán, quizás porque confían en que el momento es propicio para excluir a Teherán del proyecto de crear un aparato de seguridad colectiva", dice. En medios occidentales se dice que los árabes temen que Irán instale bases navales en Abu Musa y asuma de hecho el control de las más ocupadas líneas de navegación por donde se exporta petróleo.

Reunidos en la capital de Qatar, Dolia, los ministros de Exteriores de Egipto, Siria y los seis miembros del CCG -Arabia Saudí, Balirain, Qatar, Kuwait, Omán y los EAU- han condenado recientes medidas de Irán con las que Teherán busca hacerse plenamente con el control de Abu, Musa. La declaración habla de una "amenaza a la paz y la estabilidad de la zona". Según un acuerdo de 1971, el control de la isla debe ser compartido por Irán y el emirato de Sharja.

La disputa estalló hace más de seis meses, y, a pesar de los esfuerzos de ambas partes por minimizar su impacto, la cuestión de Abu Musa causó alarma e indignación cuando policías iranies expulsaron, en abril pasado, a más de 100 ciudadanos de los EAU, que más tarde fueron acusados de conspirar contra Irán.

La tensión está amenazando seriamente la solidez del andamiaje diplomático, montado pacientemente por Teherán en los tres últimos años para mejorar sus relaciones económicas con sus vecinos árabes. Esos vínculos fueron virtualmente cortados en su totalidad durante la guerra entre Irán e Irak entre 1980 y 1988, cuando el CCG se volcó en favor de Bagdad.

"La declaración de Dolía es una flagrante contradicción de la política de buena vecindad y del espíritu de comprensión y cooperación entre las naciones de una región", declaró el portavoz oficial iraní. Reflejando fielmente las sospechas del Gobierno de Teherán de que el CCG se está prestando obedientemente a planes occidentales para bloquear la integración de árabes y persas en el Golfo, mencionó específicamente "provocaciones extranjeras" como la causa del malestar en la región.

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