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Entrevista:ESPAÑA, UN ESTADO DE ÁNIMO

"Si Felipe se va, el que venga será mejor"

El presidente extremeño se declara feliz, bajo la sombra de un naranjo y en zapatillas de esparto, sin comprender, dice, por qué les da ahora a algunos socialistas por andar en yate.Pregunta. Si usted fuera amigo de Woody Allen, ¿le reprocharía haberse enamorado de una hija adoptiva de su compañera?

Respuesta. Yo, sí; porque tengo una hija adoptiva. Así que me parece una cierta aberración enamorarse de una hija adoptiva, porque hay que darle un cariño distinto del sexual.

P. ¿En verano sigue usted escuchando la radio y leyendo la prensa, o desconecta totalmente?

R. No es por dar coba, pero únicamente leo EL PAÍS.

P. ¿Qué pensó al leer que 195 personas han navegado en una arca de 14 metros, durante 41 horas, para entrar ilegalmente en España y buscar trabajo, y al ser detenidas afirmaron: "La muerte es mejor que la miseria?"

R. Siempre ha habido gente dispuesta a hacer el trabajo que otros despreciaban. Lo estamos viviendo en España. Vienen emigrantes africanos dispuestos a hacer labores que una sociedad más acomodada ya no quiere hacer. Eso no hay quien lo corte. Pero el pueblo español debería tener más sensibilidad. Hace 20 años -éramos nosotros los que mandábamos gente -fuera. En todo caso, no deja de ser una tragedia, y de mostrar la frivolidad con que se afirma que el fin de las ideologías está próximo, o que ya ha llegado. Para nada. Tiene que haber una izquierda y una derecha mientras ocurran cosas como éstas.

P. Pero son ustedes los que meten a esos emigrantes en un transbordador y los devuelven a Marruecos.

R. Creo que es un error. Yo no lo haría, por ideología y por necesidad del país. Aquí hay trabajos que ya nadie quiere hacer. Eso explica por qué hay parados que no trabajan en ciertas labores. El hijo del albañil no quiere ser albañil, se prepara para ingeniero. Y, sin embargo, hay trabajos desagradables que los tiene que hacer alguien.

P. Si un hijo suyo se ofreciera para prestar ayuda humanitaria, ¿a dónde le animaría que fuera a Yugoslavia o a Somalia?

R. A Somalia. A veces pienso que habría que dejar lo que se está haciendo para ir allí a dar de comer a aquella gente. Que se mueran los niños de hambre es un fracaso de la humanidad.

P. ¿Usted percibe que ha aumentado en España la distancia entre quienes viven de forma acomodada y quienes viven con gran estrechez?

R. No; yo creo que ha habido un proceso de igualación, resultado de una política socialista. ¡Y eso es lo que a mí me interesa de la política económica! Que Solchaga acierte o se equivoque sobre la tasa de inflación o de déficit no me importa, siempre que lo conseguido tenga un beneficio social. Si el 5% de inflación produce desigualdad, aunque se ajuste a la previsión de Solchaga, es una mala política socialista.

Lo que ocurre además es que el español quiere, como decimos en Extremadura, el guarro bueno y barato, y eso no existe. Si quiere buenos servicios e infraestructuras, tiene que pagar más y hay que subir los impuestos. Disminuir el gasto provoca un mayor desequilibrio social, porque siempre soporta peor esa disminución el que menos tiene. Si hay prevista una autovía para Extremadura y nos la quitan, estamos sufriendo mucho más que los vascos o los catalanes, que tienen una buena red viaria.

P. ¿Le preocupa, o no le inquieta, que Felipe González piense en no presentarse a la reelección?

R. Me preocupa, pero no me inquieta. Me preocupa que desaparezca de la vida política española porque es un baluarte importante. Ahora, no me inquieta. Soy de los que piensa que cuando sale uno viene otro mejor. Yo creo que, llegado ese caso, se reunirá el comité federal, y verá si el partido debe escorarse a la derecha o a la izquierda, y elegirá al candidato. Que puede ser el vicepresidente, el ministro de Asuntos Exteriores, el alcalde de Barcelona, o cantidad de candidatos que existen y que siempre serán, repito, mejor que el que se va.

P. ¿En qué candidatos piensa?

R. En el supuesto de que Felipe González se fuera, recordaría aquella frase que él hizo famosa en 1982 de que en España hacía falta una pasada de 20 años por la izquierda. Llevamos 10. Quien mejor garantiza la pasada por la izquierda los 10 años próximos es Alfonso Guerra.

P. ¿Usted cree que la sociedad española soportaría eso?

R. Cuando fue vicepresidente, Alfonso Guerra se caracterizó por ser un hábil negociador. Hasta con los obispos parece que tenía magníficas relaciones, y con los sindicatos también. De todos modos, dependerá de dónde quiere el PSOE arrancar votos: si del sector más derechista de la sociedad, entonces Alfonso Guerra no sería la alternativa.

P. ¿Eso supone que cualquier otro candidato que no sea Guerra es, por definición, derechista?

R. Es menos izquierdista que Alfonso Guerra; menos, en la línea pura del socialismo, que Alfonso Guerra.

P. ¿En qué es más derechista Serra que Guerra?

R. En el comportamiento que a lo largo de los años han tenido y en sus declaraciones públicas. Serra ha dicho que prácticamente ya no existen clases sociales, pero en España hay gente que vive muy bien, y gente que vive muy mal. El PSOE tiene que estar para apoyar a los que peor viven. Y eso parece que lo defiende más Guerra que Serra.

P. ¿Guerra ha intentado recuperar protagonismo en el PSOE, quizá porque su ausencia del Gobierno ha mostrado que no era insustituible?.

R. No era insustituible en la vicepresidencia del Gobierno, pero sí una garantía de buenas relaciones entre el partido socialista y el Gobierno. Y se ha notado, cuando ha dejado la vicepresidencia, que ha habido ahí un corte en esas relaciones.

P. Si el PSOE pierde la mayoría absoluta en las próximas elecciones, ¿sería partidario de gobernar con el PNV y CiU, con el precio que tendría, o preferiría que ese coste lo pagase el PP, y que el PSOE pasara a la oposición?

R. Si desvirtuara nuestro proyecto, si el precio fuera hacer una política territorial ventajosa para el País Vasco y Cataluña, estaría conforme en ir a la oposición.

P. ¿Usted cree que Pujol persigue realmente la independencia de Cataluña?

R. Hace meses pensaba que sólo perseguía dinero para Cataluña. Ultimamente pienso que va subiendo escalones peligrosos para llegar a un camino que no sé qué fin tiene, pero que puede ser la independencia. Pujol es un maestro en una estrategia de confusión, que provoca primero el rechazo de la gente y luego la satisfacción. Manda por delante a nacionalistas radicales pidiendo libertad para Cataluña, todo el mundo se escandaliza, y después él dice que eso no, pero que algo más de libertad sí. Con lo cual, amenaza con una bomba, después pone un petardo, y todo el mundo se traga el petardo diciendo que Pujol es más razonable que el resto. Así va subiendo peldaños. No me suelo dejar llevar por la simbología, pero que el Rey entre al compás de Els segadors en la inauguración de los Juegos Olímpicos es un peldaño más, que además tiene efectos sobre otras autonomías. Cuando el Rey venga a Extremadura dentro de unos días, ¿debe recibirle el himno nacional o el extremeño?

P. ¿Con cuál hará usted que entre?

R. El protocolo de La Zarzuela querrá seguramente que con el himno nacional. A mí me da lo mismo. Pero entonces habría que reconocer que hay dos tratamientos distintos para dos comunidades autónomas, y eso sí que no es consentible.

P. ¿Cree que es posible que se sucedan las corruptelas bajo el poder socialista y que no se derrumbe la confianza en la honorabilidad y austeridad del PSOE?

R. Creo que ahí el PSOE está fallando, en el tratamiento de los casos de corrupción en la sociedad. Yo propondría que hiciera en el ámbito nacional lo que hemos hecho en el Parlamento extremeño: aceptar todas las comisiones de investigación que pida la oposición. Con dos condiciones: que haya indicios que avalen la sospecha de corrupción y que la investigación tenga un coste para alguien; si se descubre un desmán, se echa del cargo al que lo ha cometido, y si la denuncia es infundada debe pagar con la dimisión el que la ha lanzado.

P. ¿Haría cola para hablar con Gorbachov?

R. Todas las personas que no son acomodaticias me merecen respeto, y Gorbachov intentó desmontar una estructura que ha resultado un fracaso social, en vez de dejarse llevar por la corriente. Haría cola para hablar con él, y sobre todo para que me contara qué pasó de verdad en el golpe de Estado.

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