Sacar provecho
El público que llenó hasta la bandera la plaza, volvió a divertirse y a pedir orejas, a sacar a los toreros y al mayoral a hombros, y a irse al baile de sus fiestas patronales feliz. No habían malgastado el dinero de las entradas, que están carísimas, y habían llegado a vibrar durante la lidia con los tres espadas. Para el público en general, es una ofensa no repartir premios después de gastarse en los toros media paga de vacaciones. El aficionado no, ya se sabe que ese siempre que ve un toro en el ruedo saca provecho.Ayer lo sacó, porque, aunque la cara de los toros no era demasiado ofensiva, algunos tuvieron lustre, y se repartieron bondad y casta a partes iguales. Y porque César Rincón, con un toro manso y encastado con problemas y que a veces se paraba o se quedaba corto, por el pitón izquierdo preferenteniente, demostró sus dotes en la lidia y, con seguridad, cruzado y llevando dominada la embestida, venció y convenció.
Río / Ortega, Rincón, Caballero
Toros de Victoriano del Río, desigualmente presentados, cómodos y que dieron buen juego. 1º 2º y 3º, pastueños; 4º, 5º y 6º, encastados. Ortega Cano: estocada trasera (dos orejas); tres pinchazos, tres descabellos -aviso- y otro descabello (silencio). César Rincón: pinchazo bajo recibiendo y media recibiendo (oreja); estocada trasera y dos descabellos (oreja). Andrés Caballero: media muy baja (dos orejas); media con derrame (oreja). Los tres matadores y el mayoral salieron a hombros. Plaza de San Sebastian de los Reyes, 29 de agosto. Tercera corrida de feria. Lleno.
Al final se descaró con el toro y miró al tendido, que le aplaudía con calor. En el primero de su lote dio tres largas cambiadas seguidas para poner a tono al respetable. Ese toro era noble y dócil y procuró el toreo bueno y relajado, pero las pocas fuerzas del burel, que había dado dos volteretas, no le dejaron redondear esa faena de salón ideal. El toro perdió gas poco a poco, y Rincón cuidó que no se cayera.
El torero de San Sebastián de los Reyes, Andrés Caballero, la armó gorda con las banderillas en su primer toro. Los dos últimos pares por dentro pusieron a hervir los graderíos. El tercero fue tan ajustado, que quiso salir de la reunión dando un paso atrás y se encontró con las tablas. Ayudas y banderilleros estuvieron prestos al quite y no hubo percance.
Con la muleta aplicó en sus dos toros un toreo bullidor y valiente, que en el sexto logró méritos de oreja por consentir y mandar, pues ese toro tenía picante. En este se pasó la muleta a la mano izquierda, mientras que en el pastueño tercero se le olvidó. Consiguió triunfar ante su gente por su entrega y coraje.
Ortega Cano se confió y llegó a estar a gusto en el primero, un toro dócil y codicioso; en éste, una buena tanda de naturales y unos gustosos ayudados por alto y por bajo, antes de entrar a matar, fueron lo más sobresaliente. Y al castaño encastado -problemático, por eso mismo-, no logró domeñarle sus asperezas en una larga faena que le silenciaron.
Babelia
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