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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Proteger a los shiíes

LA ADMINISTRACIÓN norteamericana intensifica sus preparativos para poner en marcha el dispositivo preciso para impedir a la aviación iraquí volar al sur del paralelo 32 y establecer así una pantalla de protección sobre la zona, cuya población, mayoritariamente shií, ha sido objeto de nuevas operaciones, de castigo por parte del régimen de Sadam Husein. Este proyecto surge al poco tiempo de la insistente campaña de EE UU sobre la necesidad de efectuar bombardeos de ciertos objetivos, en Bagdad y en otros lugares, para contestar a la negativa de Sadam a aceptar las inspecciones de la ONU en algunos edificios oficiales, y para obligarle a poner fin a sus provocaciones y al sabotaje que lleva a cabo de las obligaciones que le han sido impuestas por el acuerdo de armisticio y las resoluciones de la ONU. Sin embargo, la delegación de la ONU encargada de las inspecciones en Irak ha terminado recientemente la misión que le había sido asignada y ha vuelto a Nueva York asegurando que no ha tenido conflictos graves con el Gobierno iraquí, una vez que éste dio marcha atrás en cuanto a la inspección del Ministerio de Agricultura. En esas condiciones, el sabotaje de Sadam a las inspecciones ya no era una justificación válida para realizar operaciones aéreas contra Irak.

En cambio, la persecución contra los shiíes constituye indiscutiblemente un problema serio que aconseja preparar una acción internacional que presione a Sadam en el tema decisivo del respeto a los derechos humanos. Sin embargo, ¿puede la pantalla aérea ser una solución adecuada a ese problema? Hay muchas razones para dudarlo. Existe el antecedente de lo que ocurrió después de la derrota iraquí en la zona norte, habitada por los kurdos. Ante la emigración masiva de los ciudadanos de esa etnia que abandonaban sus casas temerosos de la represión iraquí, la ONU estableció en su resolución 688 el principio de intervención en defensa de poblaciones amenazadas: así, una operación militar aliada permitió establecer una zona protegida, en la que las fuerzas represivas iraquíes no han entrado, y en la que los kurdos se autoadministran. Pero eso se hizo a raíz de la derrota iraquí, cuando la coalición aliada tenía sus tropas victoriosas en las fronteras de Irak y en un momento en que Sadam se sabía amenazado por la posibilidad de una nueva intervención aliada.

Hoy, las condiciones son muy distintas. Crear una zona en el sur similar a la que protege a los kurdos supondría un esfuerzo muy superior al de patrullas aéreas aliadas al sur del paralelo 32. A preguntas sobre este tema sólo se contesta con imprecisiones por parte de los responsables norteamericanos. En la prensa de EE UU se levantan voces críticas muy autorizadas. The New York Times considera que la operación es ilegal, que sería una violación del armisticio y que, además, no tendría efectividad. En todo caso está claro que, para establecer una zona protegida de verdad, la pantalla aérea no bastaría.

La situación creada en Irak, donde Sadam continúa sus provocaciones y sabotea las obligaciones que le impuso el armisticio, es consecuencia de la total impreparación de los aliados para la etapa posterior a la victoria sobre Irak. Cuando kurdos y shiíes se levantaron dispuestos a acabar con Sadam, EE UU prefirió que éste permaneciese en el poder por miedo a que un Irak dividido otorgase un poder excesivo a Irán en esa región. Hoy, los problemas que plantea su permanencia en el poder no se arreglarán con la pantalla aérea en el sur. Aunque tal vez sirva para mejorar la posición de Bush en los sondeos.

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