Toreo exquisito
El novillero Javier Conde -un chaval malagueño que se presentaba en su plaza- ejecuta un toreo.exquisito. De eso no cabe la menor duda. Toda su labor fue un dechado de inteligencia, buen gusto, sentimiento, torería, valor, finura, gracia... Enloqueció a sus paisanos, lo cual es normal, pero sorprendió muy gratamente a los aficionados. Se lo llevaron a hombros con todo merecimiento. Hacía tiempo que los malagueños no se divertían tanto con un torero. Qué pena, hombre, que sus mentores lo enfrentaran a un lote de cabras mochas impresentables. Sin discusión alguna, su toreo hubiera brillado a una altura inconmensurable con novillos de verdad.A su lado estuvo Óscar Higares, en un mano a mano imprevisto por la cogida que sufrió el domingo El Córdobes. Si los novillos eran chicos para Javier Conde, pulgas parecían cuando se acercaba a ellos el mocetón madrileño.Lección de toreo
Sampedro / Higares, Conde
Seis novillos de Hermanos Sampedro, muy chicos, mansos y flojos; el 51, muy deslucido. Óscar Higares: estocada muy baja (ovación); estocada (dos vueltas); estocada muy baja (ovación). Javier Conde: un pinchazo y estocada muy baja (oreja); pinchazo y casi entera (dos vueltas), casi entera contraria (dos orejas). Salió a hombros. Feria de Málaga, 17 de agosto. Media entrada.
Pese a todo, el malagueño ha dado una hermosa lección de toreo puro, clásico, personal e intransferible. Toreo del que ya no se ve, toreo caro, de salón, de ensueño. Y, además, Conde es valiente, animoso e inconformista ante las circunstancias adversas. Maneja el capote con una soltura y variedad que resultan poco habituales en el escalafón. Deja volar su inspiración con la muleta y adorna con gracia el toreo fundamental, especialmente con la izquierda.
Enseñó a embestir a su primero, y lo convenció para protagonizar entre ambos una bonita página torera; porfió valiente con el flojo cuarto, y enloqueció al respetable en el último, un novillito noble y muy flojo, con el que dibujó las series más bellas con ambas manos. No mata bien, pero aprenderá si mantiene el valor. En su debe unos exagerados movimientos de ballet; una autosuficiencia preocupante; una postura ficticia permanente. Se lo cree tanto el chaval que no se agacha ni para recoger los ramos de flores. Y eso, que acaba de empezar. El toreo, mejor si es natural.
Óscar Higares estaba de más en esta novillada. Es de perogrullo que su toreo no brillará nunca ante los novillitos propios de una presentación sin caballos. Tuvo el peor lote, pero se mostró vulgar y su pelea resultaba desigual entre el poderío de un atleta y la inocencia de un animalito. Eso sí, no es un matador, sino un obús a la hora de matar. No mató a los pobrecitos novillos; los destrozó.
Babelia
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