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EL ESCORIAL

Un duelo imposible

Aunque desde hace tiempo corren los rumores de que los toros de Concha Navarro se caen, las figuras los siguen eligiendo. Incluso para un mano a mano. Y así, con este previsible material nada bravío y flojo, muy poca rivalidad puede espolearse. El duelo torero es imposible.Ortega Cano, con el único toro que tuvo pases, que embestía con recorrido y nobleza, fue confiándose y, cuando el aire ya no le molestó, llegó a torear con gusto en redondo y a interpretar una tanda de naturales aceptables, para rematar con un farol y ayudado por bajo que calentó al respetable. Mató bien y se ganó una oreja.

Ortega estuvo desconfiado en el primero, voluntarioso ysin llegar a centrarse. Y con el único que recibió dos varas, y que apretó en el caballo, no pudo demostrar nada, ante un animal de raro comportamiento. Ya que después de ser el único que peleó en el segundo tercio, cambió extrañamente, y fue inútil querer darle ni un pase. El burel, tras ser banderilleado, se tumbó sin pedir permiso, y volvería a hacerlo durante el último tercio, no queriendo ni ver la pañosa. Reiteradas veces se tumbó, y Ortega no pudo ni quitarle las moscas.

Navarro / Cano y Rincón

Toros de Concha Navarro, desigualmente presentados, cómodos y de pobrísimo juego. El 5º noble. José Ortega Cano, dos pinchazos, el toro se tumba (silencio); media (silencio); estocada desprendida, trompicado (oreja). César Rincón, pinchazo hondo y estocada tendida (silencio); pinchazo hondo y estocada (ovación); pinchazo hondo y bajonazo (silencio).Plaza de San Lorenzo de El Escorial. 8 de agosto. Más de media entrada.

César Rincón sólo pudo torear a su segundo, un castaño chorreado noble y colaborador, aunque endeble como el resto. Y en este castaño que toreó, fue un Rincón templado y seguro, que aguantó los parones cuando el toro, por su no mucho empuje, se negaba a pasar y se le quedaba oliéndole la taleguilla. Al arrimo de las tablas, Rincón toreó bien, relajado; mejor cuando lo hizo al natural.

El colombiano tuvo una primera parte discreta, con el inválido segundo, en la que le salió algún medio pase bueno. El torito de Concha Navarro no daba para más. Y una últíma actuación gris, ante un toro de extraño comportamiento. Van dos toros raritos.

Este toro descastadísimo parecía haberse venido arriba en banderillas, después de sufrir, es un decir, un picotazo. En cuanto Rincón cogió la muleta, el toro comenzó a ir a su aire, como si no fuera con él la fiesta, y desparramaba la vista, se salía de la suerte y se iba a chiqueros. Decepción aguada, por la falta de casta de este toro.

Como es lógico, el sobresaliente, Abelardo Granada, no intervino en ningún quite. En un mano a mano en que un cicatero quite por chicuelinas de César Rincón fue todo el balance del poco apasionante duelo torero.

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