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Gali asegura que cumplirá todo su mandato al frente de la ONU

El secretario general de la ONU, Butros Gali, ha dejado claro que, pese a la actual atmósfera de enfrentamiento con las potencias occidentales, no piensa dejar vacante su despacho con paredes de madera sobre el East River de Nueva York hasta que cumpla su mandato, en 1996. "Hay un matrimonio católico entre el Consejo de Seguridad y yo", asegura este egipcio de 69 años y religión copta. "Yo no soy católico, pero el matrimonio sí lo es, al menos durante cuatro años y cinco meses, y no habrá divorcio. Uno de los dos morirá".Las especulaciones sobre que el divorcio no tardaría en llegar surgieron hace unos días a causa del fondo y la forma de la gestión de Gali. Algunos de sus más próximos colaboradores señalaron que el secretario general se encontraba en estado de choque a causa de que algunos de los ataques eran claramente personales, al o que podía esperar del Tercer Mundo (incluidos sus compañeros árabes), pero no del Primero. Las mismas fuentes echan la culpa de la campaña de chismorreo a los británicos, enfrentados con Gali sobre la forma de hacer frente a la crisis en Bosnia, pero tampoco faltan las críticas de miembros de su propio equipo.

[Ayer mismo, el ministro británico de Exteriores, Douglas Hurd, en un intento de quitar hierro al caso, destacó la "estatura" y el "estilo" de Gali. "Es un secretario general muy eficaz", añadió, según Reuter].

Sea cual sea lo que está en la raíz del actual malestar en el cuartel general de la ONU, no cabe duda de que existen diferencias fundamentales entre el secretario general y algunos de los más poderosos miembros de la organización sobre el papel y la autoridad del jefe ejecutivo en la tarea de asegurar la paz mundial tras la guerra fría.

En una entrevista concedida a The Independent, Gali insiste en que, de acuerdo con la carta de la ONU, disfruta de un estatuto de igualdad con el Consejo de Seguridad y la Asamblea General, y añade que, aunque las disputas regionales deben ser tratadas a nivel regional, las organizaciones regionales deben estar al servicio de la ONU, y no al contrario".

Ejército propio

Tal vez en el fondo de la disputa esté el hecho de que se ha tomado demasiado en serio la idea, que arranca de la guerra del Golfo, de que la ONU debe desempeñar un papel central en el mantenimiento de la paz. No sólo reclama el inmediato pago de los fondos de apoyo a las misiones, sino que quiere tener sus propios batallones para lograr la paz.

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Su plan es éste: "Que cada país pueda formar en su propio Ejército una unidad que, por definición, pueda ser entrenada por la ONU y puesta a mi disposición en el plazo de 24 horas. Si lograse este objetivo con 10 países, podría tener de forma inmediata, en 24 horas, un total de 24.000 soldados. Eso cambiaría mi situación. De otro modo, no sería capaz de enviar tropas antes de tres meses".

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