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Philippe de VilliersDiputado conservador francés.

"Maastricht consagra el Estado supranacional burocrático y autoritario"

Ya está en campaña. Philippe de Villiers predica por toda Francia que el tratado de Maastricht es "una amenaza" para todas las naciones europeas. "Maastricht es la consagración de un Estado supranacional lejano, abstracto, burocrático y autoritario", dice a EL PAÍS. De Villiers, diputado por La Vendée, es el niño prodigio del neoconservadurismo francés. Con su denuncia de la "corrupción socialista", sus declaraciones contra la inmigración y su defensa del patriotismo, caza en el que hasta ahora era coto privado del Frente Nacional.

JAVIER VALENZUELA El éxito de De Villiers, dice un comentarista político, estriba en que "ha sabido encarnar, rejuveneciéndola, la vieja derecha burguesa y católica de Francia, una derecha que comparte muchas ideas del Frente Nacional, pero que encuentra a Jean Marie Le Pen y su partido demasiado vulgares y extremistas".

De Villiers rechaza indignado esa observación. "Hoy", dice, "no se puede hablar de familia, nación y trabajo sin que la izquierda te arroje como un gas paralizante la expresión: 'Habla usted como Le Pen'. Es insensato, pero es así. A los socialistas les hubiera encantado que mi padre hubiera estado en Vichy, al lado del mariscal Petain. No han tenido suerte. Mi padre fue condecorado por sus acciones en la resistencia gaullista".

Aunque milita en las filas de la liberal Unión para la Democracia Francesa (UDF), de Valéry Giscard d'Estaing, el diputado por La Vendée opera por libre. Tiene su propio movimiento, Combate por los Valores, y, con vistas al referéndum sobre Maastricht del próximo 20 de septiembre, rompe la disciplina de su partido, partidario del sí, y se convierte en uno de los líderes del frente del rechazo.

"No puedo aceptar la trampa del referéndum: los que están a favor de Maastricht son buenos europeos; los que estamos en contra somos malos europeos", dice. "Yo creo que para salvar a Francia y Europa hay que decir no a Maastricht. Hasta ahora, la construcción europea, la del Tratado de Roma y el Acta única aportaba paz y prosperidad económica. Pero el Tratado de Maastriclit supone un giro peligroso, un giro en la dirección de un Estado federal".

De Villiers lleva un elegante traje gris, camisa azul y una corbata de seda roja con lunares amarillos. Tiene 43 años y, para la media de los líderes políticos franceses, es joven. Su pelo es negro y algo ensortijado; en su aflautado rostro dominan una gran nariz y unos ojos pequeños y algo. achinados. Sonríe con frecuencia y habla. con afectación, con voz de señorito. De hecho, es de origen aristocrático.

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"Maastricht", insiste, "es una amenaza para Francia y Europa, aleja aún más de los ciudadanos el centro de toma de decisiones". De Villiers admira a los británicos. "John Major", dice, "tuvo un comportamiento admirable en Maastricht, supo negociar para su país cosas muy importantes. Por el contrario, Mitterrand se lo tragó todo. ¿Cómo podemos dejar a tecnócratas, que no son directamente responsables ante el pueblo, una parcela tan importante de la soberanía nacional como es la moneda?".

No al voto extranjero

El voto en las elecciones municipales de los ciudadanos comunitarios -"esa monstruosidad jurídica, esa invención de una ciudadanía de residencia que rompe el acuerdo profundo entre el ser humano, el territorio y el tiempo que es la base de la verdadera ciudadanía"- es otro de sus grandes caballos de batalla a favor del no. "Ese derecho de voto", afirma, "instala la democracia en la provisionalidad: un alemán que trabaje temporalmente en Lille puede decidir sobre el destino de esa ciudad, aunque esté seguro de que va a volver a Francfort a los dos años".

Y en segundo lugar, añade De Villiers, ese derecho "abre una brecha jurídica para un posterior voto de los extranjeros de terceros países". Ahí es donde le duele de veras al diputado de La Vendée. "Estoy en contra", dice, "de esa Francia multicultural que se intenta imponemos. Creo que la inmigración se ha convertido en un peligro para nuestra identidad nacional".

Su alternativa a la Europa de Maastricht es "una asociación de naciones soberanas en un mercado abierto". "Esa Europa de las naciones en la que la unanimidad, protege los intereses de cada cual es el único recurso frente a una Europa integrada, verdadera fábrica de mayorías cualificadas germánicas".

Contra la corrupción

Desde hace un par de años, De Villiers hostiga al poder socialista desde su escaño en la Asamblea Nacional y desde los medios de comunicación. Su gran cruzada es la denuncia sistemática de los casos de corrupción protagonizados por los socialistas. "Francia", afirma, "está en manos de un clan sin escrúpulos y sin vergüenza. Nos habían dicho que el socialismo es la exigencia moral, cuando precisamente es todo lo contrario. Bajo el Gobierno de Mitterrand la corrupción se ha generalizado. Es urgente que Francia recupere su capacidad de indignación".

¿Cuáles son esos valores por los que combate? "Todos en los que yo creo. Los valores morales y cívicos en estos tiempos en que los policías y jueces incorruptibles son perseguidos, y los políticos dudosos, amnistiados. Los valores patrióticos y nacionales que ya no se enseñan en la escuela. Los valores de la familia y de la solidaridad con los niños y los ancianos. Los valores liberales de iniciativa y responsabilidad. En una palabra, todo lo que constituye el esqueleto de una cultura".

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