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El hermetismo del Vaticano dispara la inquietud por la salud del Papa

PERU EGURBIDE La falta de noticias oficiales sobre la naturaleza de la enfermedad que aqueja a Juan Pablo II hizo que se dispararan ayer todo tipo de rumores entre los centenares de periodistas que aguardan a las puertas del policlínico Gemelli, donde el Papa está ingresado desde el domingo. Mientras la oficina de prensa vaticana guarda silencio y se limita a comentar que las investigaciones médicas no han concluido, parece confirmarse que Juan Pablo II padece un tumor en el colon, que algunas fuentes se atreven a calificar abiertamente de maligno. La intervención quirúrgica se consideraba anoche inminente y es muy posible que se realice a primera hora de hoy.

En las iglesias romanas continuaban ayer las oraciones por la salud del Papa, mientras a la clínica Gemelli llegaban telegramas de todo el mundo deseando una pronta recuperación al Pontífice.Joaquín Navarro Valls, portavoz de la oficina de prensa del Vaticano, declinó comentar ayer la noticia lanzada por la radio estatal italiana de que Juan Pablo II padece un tumor en el colon. "Las investigaciones médicas no han concluido, y sólo cuando concluyan se podrán dar informaciones", explicó el portavoz. Sin embargo, durante la jornada, la noticia del tumor fue ganando crédito, hasta el punto de que la dieron como segura los grandes telediarios de la tarde, que incluso fijaban para las siete de la mañana de hoy el inicio de la intervención quirúrgica que deberá extirparlo.

Un dato sí confirmado es que los médicos no sometieron ayer al Papa a ninguna prueba instrumental, ni siquiera a una de resonancia magnética que no le fue practicada el lunes, de lo que se deduce que las de la víspera habrían dado resultado positivo. Por otra parte, el cirujano Francesco Crucitti, jefe del equipo que atiende al Pontífice, había suspendido su comparecencia en unos exámenes convocados hoy en la Universidad Católica de Roma, a la que pertenece el Policlínico Gemelli, donde está internado Juan Pablo II. Este dato parecía abonar la hipótesis de que el Papa sería operado a primera hora de esta mañana. Además, se hizo saber que hacia el mediodía se publicaría un primer comunicado médico.

A falta de información oficial y fiable, fuentes médicas solventes indican -que la operación a la que sería sometido el Papa, consistente en la ablación de la zona afectada del colon o del segmento sigma del intestino grueso, sería laboriosa y larga, como todas las que afectan al bajo abdomen, pero que no presentaba riesgos especiales para un paciente que, como Karol Wojtyla, se encuentra en buen estado.

La misma afección, según las mismas fuentes, tendría siempre, y en el peor de los casos, una gravedad limitada a la edad del Papa, que tiene 72 años. Las grandes televisiones italianas llegaban a afirmar ayer que el tumor que padece el Pontífice es maligno, aunque su desarrollo sea poco avanzado y no haya producido metástasis.

Otras fuentes médicas más fiables indicaban, sin embargo, que hasta que los tejidos no sean analizados, tras su extracción sobre la misma mesa de operaciones, no se sabrá a ciencia cierta si se trata de un simple pólipo o de un tumor canceroso, ni afirmar nada cierto acerca de la extensión del mal en la segunda de estas hipótesis.

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La operación que sufrirá Juan Pablo II afecta a la misma zona que le fue intervenida tras el atentado que sufrió el 13 de mayo de 1981, pero el doctor Crucitti ha excluido que el mal actual sea una secuela de aquella operación.

Esta situación del Pontífice preocupa y, lógicamente, de modo especial en el mundo católico. El enviado especial de la Santa Sede en Jerusalén, Hilario Capucci, que ayer visitó a Juan Páblo II, dijo: "En este momento sólo se puede rezar". Hasta la habitación del Papa, que ayer celebró misa, llegaron también telegramas de la madre Teresa de Calcuta; del rey Hussein de Jordania; del presidente polaco, Lech Walesa; del ex presidente soviético Mijail Gorbachov. El presidente español, Felipe González, también le remitió sus deseos de una pronta recuperación, y el presidente italiano, Oscar Luigi Scalfaro, le envió un gran ramo de flores. Incluso Ali Agca, el hombre que le disparó en 1981, le hizo llegar ayer una carta.

El exterior del Policlínico Gemelli está rodeado de periodistas y equipos especiales de las cadenas de televisión.

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