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Reportaje:

Integristas contra coptos

El fanatismo islamico actual rompe siglos de convivencia con los cristianos del Alto Egipto

Víctimas de una nueva campaña de intimidación y asesinatos en manos de extremistas musulmanes, los coptos del Alto Egipto se enfrentan a un porvenir más incierto que nunca. El Gobierno ha desplegado una formidable fuerza policial en la zona, pero son pocos los que se sienten seguros. La mayoría teme que las matanzas continuarán una vez que las fuerzas del orden se replieguen ante lo que se perfila como el inexorable avance del integrismo islámico.

El otro día, Yusef Mishrteki empaquetó sus cosas, tapió las ventanas y puertas de su casa y huyó con su familia rumbo a la casa de unos parientes en un suburbio de El Cairo, 280 kilómetros al norte. Sus vecinos dicen que lo hizo de noche y con una fuerte escolta policial. "Seguro que no vuelve", apostó el comerciante de la esquina. "Yusef ha visto de todo y muy de cerca", dijo el hombre meneando la cabeza. El mes pasado, los Mishrteki vieron cómo unos pistoleros enmascarados asesinaron a su vecino Sobi Naguib, un médico de 44 años muerto a tiros en la puerta de su garaje. Días antes, Naguib se había quejado a la policía de que un grupo de jóvenes musulmanes merodeaba cerca de su casa.El asesinato fue sólo un eslabón de la nueva ola de violencia desencadenada con la matanza de 14 coptos en mayo, después de una disputa por la propiedad de una casa en la vecina aldea de Manshiet Naser. Luego vinieron los ataques contra iglesias y negocios propiedad de cristianos.

Con una fuerza de aproximadamente 4.000 policías, el Gobierno de Hosni Mubarak está tratando de tranquilizar a la gente de Dairut, pero no lo logra.

En las polvorientas calles dasirutíes y los pueblos vecinos de la provincia de Asiut, Ios coptos no hallan razón para pensar que las cosas van a mejorar. Todo lo contrario. No hay día que no, se escuchen disparos entre los cañaverales a la vera del Nilo, pero nadie se atreve a investigar lo que su cede. En las comunidades de coptos de Alto Egipto todo el mundo está demasiado asustado, sobre todo los hombres de largas barbas y sotanas.

Protección

Abu Abraham, párroco de la iglesia de la Virgen María, es un hombre joven, cuya cofia negra y redonda impuesta sobre protuberantes lóbulos frontales, acentúa su parecido. con el Che Guevara. "Aquí no se habla de política", dice mientras los feligreses que salen de la misa de siete le besan la mano con devoción. En el interior de la iglesia, a la derecha del altar, hay un cuadro de la Sagrada Familia huyendo hacia Egipto. Hostigados por los extremistas musulmanes, ¿tomarán los coptos egipcios ese, camino en sentido contrario? La sonrisa de Abu Abraham es una respuesta negativa. "Dios nos protege dice elevando los ojos hacia el campanario donde se recorta la, silueta de un francotirador de la policía.Protección divina aparte, los coptos tienen la palabra del Gobierno de que no volverán a ocurrir matanzas y de que en poco tiempo las fuerzas del orden aplastarán a los extremistas de la Yihad y la Jamiat Islami (ambos partidarios de la guerra santa). Pero también saben mejor que nadie de las limitaciones del Gobierno y de la audacia de sus enemigos. Los extremistas musulmanes no están atacando coptos exclusivamente para erradicar infieles o para avanzar hacia la implantación de un Estado islámico a imagen y semejanza de Irán. Cada ataque es sobre todo un desafío al Gobierno central y una prueba de su vulnerabilidad frente a fuerzas que han abrazado el Corán más por frustración, ante la miseria económica de Egipto, que por convicción religiosa.

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"Hace 15 años esto era un oasis de paz", dice Hana Isa, un desdentado profesor de primaria evocando los días cuando los aproximadamente siete millones de coptos cristianos de Egipto vivían, como hicieron durante siglos, en plena armonía con la mayoría musulmana. "Ahora hay mucho odio. Los extremistas dominan a los moderados y no hay quien se les ponga enfrente. Tienen envidia de nuestro progreso económico y de nuestras convicciones religiosas", señala.

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