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La revuelta de los camioneros franceses pierde gas

La revuelta de los camioneros franceses contra el carné de conducir por puntos comenzó ayer a perder aliento como consecuencia del cansancio de los huelguistas y de la política de la zanahoria y el garrote practicada por el Gobierno de Pierre Bérégovoy. Las fuerzas antidisturbios continuaron desmantelando barricadas de vehículos pesados, al tiempo que los portavoces gubernamentales multiplicaron las intervenciones para convencer a los escépticos camioneros de las bondades del acuerdo firmado por tres ministros y representantes de los empresarios y trabajadores del sector.

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A pesar de la merma en la protesta, el conflicto generó ayer su primer muerto, al quedar aplastado de manera accidental un camionero por el vehículo de un compañero en una barricada cerca de Maubeuge, en el norte del país.Mediada la tarde, las emisoras de radio informaron de la existencia de unas cien barricadas en otros tantos puntos de las autopistas y carreteras francesas. En los días anteriores, el número de tales obstáculos había oscilado entre 150 y 200. Los problemas persistían en muchas rutas del país, pero múltiples señales parecían anunciar el comienzo del fin de la revuelta.

En algunos casos, los camioneros levantaron las barricadas por iniciativa propia. Fatigados tras ocho días de combate contra el carné con puntos, aceptaron sin entusiasmo el acuerdo alcanzado en la madrugada en el Arco de la Defensa, de París, tras nueve horas de negociación. El ministro de Transportes, JeanLouis Bianco, calificó el acuerdo de "sin precedentes".

Por orden del ministro del Interior, los prefectos o gobernadores civiles dedicaron la jornada a visitar las barricadas intentando explicar el acuerdo a los camioneros. Les aseguraron que mejorarán sus condiciones de trabajo, en particular en materia de horarios, y les garantizaron que no perderán su empleo por suspensión o anulación del carné de conducir.

Eliminar obstáculos

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No obstante, el número de barricadas deshechas por los propios camioneros fue muy inferior al de las desmanteladas por los 13.000 policías y gendarmes enviados a las autopistas y carreteras. En las 24 horas que siguieron a la primera operación policial, la mañana del lunes en Phalempin, las fuerzas de seguridad eliminaron unos 50 obstáculos formados por 1.800 vehículos pesados. No hubo enfrentamientos sangrientos.

"No hay nada que valga la pena en su papelucho" (el acuerdo del Arco de la Defensa), dijo Jean Issartel, uno de los 30 camioneros que bloqueaban un cruce en Nîmes. "Esos señores", añadió, "han estado hablando durante horas de cosas que nada tienen que ver con lo que provoca nuestra protesta, el carné con puntos

Ese sentimiento era mayoritario entre los camioneros. "Estamos obligados a circular a toda velocidad para ganarnos la vida y que nuestras empresas puedan seguir viviendo", dijo Christian Olivier, de 38 años, la mitad de ellos pasados al volante. "Con el carné con puntos, si yo salgo por la mañana de Marsella, me quitan dos puntos en el peaje de Bollene, dos más en Lyón y dos en Mâcon, de modo que al llegar a Rungis ya no tengo carné".

Las dos principales organizaciones empresariales del transporte por carretera invitaron a los conductores a despejar las carreteras pero les instaron a seguir en huelga. El acuerdo con el Gobierno que habían firmado horas antes les parecía "una mera apertura de las negociaciones". Los patronos afirmaron que el Gobierno pretende obligarles a mejorar las condiciones sociales en las empresas pese a saber que éstas no tienen recursos financieros para hacerlo. También insistieron en que "el problema específico del carné con puntos sigue sin ser resuelto". La oposición de derechas se arrojó al río revuelto afirmando que las protestas de camioneros y agricultores son "otro síntoma del final del reinado mitterrandiano".

La economía francesa se resentía de más de una semana de parálisis del tráfico rodado y en ocasiones también ferroviario. A falta de piezas de recambio, tres fábricas de la compañía automovilística Peugeot estaban en paro técnico. Un total de 17.000 trabajadores de Peugeot seguían la evolución del conflicto desde sus casas.

Paciencia y zigzag

Para conducir por Francia seguían siendo necesarios un buen mapa de carreteras, mucha paciencia y habilidad en el arte de zigzaguear. En numerosos lugares la situación volvía a la normalidad. La autopista A-1, que comunica Lille y París, era de nuevo accesible a los automovilistas. También la A-7, pero sólo entre Marsella y Aviñón. Los accesos a Rennes y Toulouse comenzaron a despejarse. En las regiones de Bretaña y Loira Atlántica no quedaban obstáculos.

Pero no podía cantarse victoria. Todavía existían barricadas en las autopistas A-2 (París-Bruselas), A-26 (Calais-Reims), A-7 (Valence-Orange y Aviñón-Valence), A-8 (Aix en ProvenceNiza), A-50 (Toulon-Marsella), A-36 (Alemania-MulhouseBeaune) y A-35 (EstrasburgoMulhouse), entre otras. Los accesos a Reims, Charleville, Troyes, Le Mans, Rouen, Le Havre, Caen, Alençon, Clermont-Ferrand, Niza y Nîmes seguían siendo difíciles.

Cerca de Castelsarrasin, agricultores y camioneros atacaron un vehículo que transportaba periódicos, y los quemaron. Decenas de campesinos incendiaron neumáticos en la línea de ferrocarril París-Lille, para protestar contra la nueva Política Agraria de la CE. En cambio, los agricultores de Drome y Ardeche suspendieron las acciones de hostigamiento del tráfico ferroviario iniciadas el fin de semana.

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