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Gorbachov dice que Yeltsin se deja empujar hacia la dictadura

El ex presidente de la desaparecida URSS Mijaíl Gorbachov dio ayer una vuelta de tuerca más en sus ataques a su gran rival, Borís Yeltsin, al acusarlo de deslizarse hacia la dictadura. "Creo que hay gente en el entorno del presidente que está empujándolo hacia la dictadura mediante el subterfugio de adoptar medidas decisivas", declaró en una entrevista publicada por el diario Komsomólskaya Pravda.

Esta escueta frase lleva un veneno especial porque va directamente dirigida a la herida abierta el martes pasado por Andréi Kózirev, el ministro de Asuntos Exteriores de Yeltsin, que en declaraciones a Izvestia alertó sobre la posibilidad de un golpe de Estado después de apuntar que, tanto en los servicios de seguridad como en el Ejército -en ese entorno del presidente que dice Gorbachov-, se estaba tergiversando la información sobre la situación en los puntos conflictivos de la antigua URSS. "El partido de la guerra, el partido neobolchevique, está levantando cabeza en Rusia", afirmó el ministro. "Probablernente tendremos que hacer una reforma radical de nuestro KGB y de los departamentos militares", agregó.

Estas declaraciones de Kózirev fueron definidas ayer como "perjudiciales" por Yeltsin, quien agregó que el propio ministro había precisado ante el Consejo de Seguridad de Rusia que sus palabras habían sido malinterpretadas. "El Ejército es nuestro, ruso", sentenció Yeltsin. "Su jefe, el ministro [el general Pável Grachov], es un demócrata leal a nuestra política y al presidente. Y los ministerios de Seguridad e Interior, también", precisó el presidente.

Cuando Kózirev aludió el martes al renacimiento del "partido de la guerra" algunos interpretaron que se refería a la aparición en el entorno gubernamental de posiciones duras en favor de una política de firmeza en los conflictos interétnicos que afectan a ciudadanos de origen ruso, especialmente el de Moldavia, donde los rusohablantes del Transdniéster están enzarzados en una guerra con los moldavos. El vicepresidente, Alexandr Rutskói, y el propio ministro de Defensa han sostenido esas posiciones intransigentes.

Genocidio

En la misma línea se sitúa el recién nombrado jefe militar de aquel territorio, el general Alexandr Lébed, que ayer mismo subrayó: "No hay un conflicto interétnico, sino que se está produciendo un genocidio contra nuestro pueblo en la frontera entre la República del Dniéster y la República de Moldavia". Es significativo que el general parezca con sus palabras reconocer a la República del Dniéster, a pesar de que el Gobierno de Moscú sigue sin admitir su existencia legal.Por otra parte, menos de cien comunistas se reunieron ayer en Pushkino, en las afueras de Moscú, en lo que pretendían fuese el 29 Congreso del Partido Comunista de la URSS. Los asistentes decidieron la expulsión de sus filas de Gorbachov.

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