Música en la noche triste
Van Morrison
Van Morrison. Centro Cultural Conde Duque.
Aurora
Aurora. Revólver Club. Madrid, 2 de julio.
Van Morrison regresó a Madrid en la noche triste de la música española-. El irlandés no tenía muy claro quién era Camarón, pero lo vio por televisión y dijo escuetamente: "Me interesa. Quiero sus discos". Porque es un hombre escueto. A punto de cumplir 47 años, Morrison lanza su música desde la encrucijada donde confluyen el rhythm and blues, el jazz y la música tradicional irlandesa. En su anterior y primera visita a Madrid, acompañado de los Chieftains (1988), primó lo tradicional y la acogida fue fría. En esta ocasión, acompañado por un grupo de magníficos músicos -con la tímbrica del oboe, del vibráfono y de la, flauta dulce como elemento diferenciador-, Morrison conjugó los tres elementos con espíritu jazzero. La posición del septeto en escena -agrupados como una piña-, recordaba a la de Pat Metheny . La actitud paternodictatorial de Van Morrison con sus músicos, la de Miles Davis; Pero fue la libertad en la interpretación lo que marcó el alma del recital.Con canciones basadas en pocos acordes, Morrison altera las melodías, improvisa, gruñe y crea cada día una historia nueva. Las armonías claras del rhythm and blues se enlazan con las disonanancias del jazz y los ambientes acústicos y repetitivos de la música irlandesa, creando una amalgama de gran riqueza que envolvió al público poco a poco, lo sumergió en el vaivén de matices y lo encandiló con su rigor, su concentración y su seriedad. Dos horas de recital, el Gloria de despedida y éxito total. La salida fue rápida porque Aurora presen taba su último disco, Demasiado corazón, en una sala vecina.
En Revólver Club, la gitanería había colocado un altarcito con la foto de Camarón y unos claveles. Cantaba la hija de Amador Losada, creador de Los Chorbos, genuino sonido Caño Roto. Aurora, artista de gran futuro, es la extroversión desbocadaSu voz, de enorme poderío, ofrece unas posibilidades que, en directo, no han encontrado el cauce adecuado para esa fusión de estilos -flamencos y latinos-, reto de una parte importante de la nueva música gitana, deudora de Camarón. Deuda que reconoció el público, homenajeando por bulerías al cantaor, desaparecido: "La primavera, con sus bellos colores, el alma triste se alegra".
Babelia
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