El destino trágico de las cuatro B
Los cuatro presidentes que ha tenido Argelia -casualmente todos sus apellidos han empezado siempre con la segunda letra del alfabeto- no pudieron agotar su mandato presidencial y sucumbieron a un final trágico, al que siguió un epílogo más sangriento aún, como consecuencia del linchamiento moral y político a que fueron sometidos.El primero fue Ahmed Ben Bella, que fue desplazado del poder por un golpe de Estado de palacio en junio de 1965.
Ben Bella sobrevivió 15 años encarcelado y en arresto domiciliario a lo que siguió un largo exilio en Francia y Suiza que finalizó en septiembre de 1990, cuando regresó a Argel. Ben Bella, con dificultades y 73 años, espera impaciente su rehabilitación política.
Huari Bumedian, el segundo presidente de la república argelina, falleció de súbito el 27 de i diciembre de 1978. Oficialmente su muerte fue producida por una grave y misteriosa enfermedad. Bumedian apenas contaba 46 años y su entierro desencadenó una manifestación impresionante de duelo. Vituperado su esposa, Anisa Bumedian, trata de limpiar su memoria.
Las circunstancias reales que provocaron la muerte de Bumedian nunca llegaron a ser totalmente aclaradas. Aunque se formó una comisión investigadora, jamás se conocieron los resultados. Un historiador y escritor de Consxtantina, Mahdi Hucine, lanzaba recientemente la hipótesis de que el segundo presidente de la república murió asesinado por los sectores corruptos del país que se sentían amenazados por los proyectos de Bumedian de moralizar la función pública.
Chadli Benyedid no pudo tampoco finalizar su mandato, que se agotaba en diciembre de 1993, ya que se vio obligado a dimitir por recomendación de algunos sectores del Ejército, que consideraban excesivamente peligroso y arriesgado su proyecto de cohabitación con el Frente Islámico de Salvación.
Desde que salió del palacio de Zeralda, Benyedid no ha vuelto a aparecer en público o a efectuar declaraciones, y ha acabado sucumbiendo a las críticas vertidas desde el poder que han venido desautorizando su trayectoria política y personal.
El último capítulo es el de Mohamed Budiaf, que hacía seis días que había cumplido los 73 años y que, momentos antes de sucumbir, había afirmado: "Todos somos mortales, un día u otro moriremos..." Inexorablemente, a Budiaf también le llegará probablemente el linchamiento político y moral de sus apasionados conciudadanos.
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