Atocha no tendrá comercios porque de la zona "nada interesante puede venir"
Renfe quiere convertir los espacios comerciales libres de la reformada estación de Atocha en tiendas de élite, de galeristas y anticuarios, que se puedan integrar en el circuito artístico de Madrid. La compañía elige esta opción después de elaborar un estudio de mercado sobre la estación que descarta la necesidad de un centro comercial, porque de la zona, dice, "nada interesante nos puede venir". La locomotora para forzar el proyecto de tiendas especializadas estará constituida por "una magnífica oferta" derestaurantes, que acaba de salir a concurso.
Las autoridades inauguraron a toda prisa el 12 de abril la estación de Atocha, con el tiempo justo para que emprendiera viaje oficial el primer tren de alta-velocidad que enlazó Madrid con la Expo. Las obras, sin embargo, continuaron estos meses con un objetivo: convertirla en un gran centro comercial y de servicios.Renfe no quiere una instalación cualquiera. La dirección comercial de la compañía se ha pronunciado por un tipo de espacio en absoluto ligado a la vida y necesidades de los habitantes del barrio.
Los expertos en mercadotecnia de Renfe añaden en su informe que el ámbito próximo de influencia de Atocha (a 14 minutos a pie) "está constituido por un núcleo poblacional de edad avanzada, con poder adquisitivo medio bajo, acostumbrado a comprar en ultramarinos, y para colmo se va a construir en Méndez Álvaro un Corte Inglés, que
acabará con el déficit de comercio ocasional de la zona".
Aunque Atocha quisiera ser un centro comercial para los madrileños del norte, tampoco tendría sentido. Los expertos observan que los clientes se encontrarían, antes de llegar, con ofertas más completas en Azca, Bernabéu, Salamanca y Prado.
Laberinto de dificil acceso .
Las razones de los especialistas son, también, de "estructura morfológica". La reforma de Atocha ha convertido la estación en un laberinto ("tiendas ocultas tras un corredor con accesos fimitados") que obliga al cliente a pasar delante de todas y cada una si quiere saber lo que ofrecen". Estas condiciones de la instalación definen al cliente potencial como una persona "dispuesta a buscar". Los expertos opinan que este perfil "sólo se da en los minoristas o en el comprador de arte y antigüedades".El estudio indica que los únicos aspectos positivos de la ubicación actual de Atocha son: que está junto a la estación de cercanías, con un tráfico diario de unas 250.000 personas, y dentro del circuito artístico de la capital (Museo del Prado, Reina Sofia, Thyssen, Conservatorio, Jardín Botánico, Biblioteca Nacional).
Pensando en los usuarios de los cercanías, la oferta adecuada se centraría en ocio, tiendas demediana categoría y restauración fast food (comida rápida). Renfe rechaza esta alternativa porque "ofrece muchas posibílidades de degradación", y ha optado por hacer de Atocha un centro comercial de carácter cultural, que atraiga a "galeristas de arte y anticuarios [sus clientes no tienen reparos en ir buscando tienda a tienda], tiendas de música, librerías, flores, etcétera".
Los responsables de Renfe acaban de sacar a concurso, con este objetivo, la adjudicación de dos restaurantes (uno con precios entre 1.500 y 2.000 pesetas y otro mejor donde el cubierto costará unas 4.000 pesetas). Estos locales, "de magnífica oferta de restauración", se emplearán como locomotora para atraer líderes de imagen.
El restaurante de mejor calidad contará, además, con un escenarío privilegiado: la terraza levantada bajo la antigua marquesina de la estación y decorada con un jardín tropical. Este periódico intentó ayer sin éxito hablar con la dirección de operaciones comerciales de Renfe.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.