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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Martha Argerich faltó, una vez más, a la cita

La presencia musical de la República Argentina en el teatro de la Maestranza de Sevilla el pasado jueves tuvo caracteres de acontecimiento. La Filarmónica de Buenos Aires es, desde finales de la década de los cuarenta, una orquesta puntera de América por su calidad, flexibilidad y brillantez, y el maestro Yuri Simonov (Rusia, 1941) posee análogas cualidades, además de una individualidad fuerte desde la que impone sus bien concebidas versiones.Escuchamos una interpretación excelente de la Sinfonía número 8 en sol mayor, de Dvorak, página grande, de intensa afectividad y diversificación de colores yritmos. Todas y cada una de las secciones de la Orquesta Filarmánica de Buenos Aires demostraron su pericia, y en las intervenciones solistas, un virtuoso sucedía a otro.

Filarmónica de Buenos Aires

Dirección: Yuri Simonov. Solista: Nelson Goemer. Obras de Dvorak, Héctor Villalobos, Rachmaninov y Ginastera. Sevilla, teatro de la Maestranza, día 25 de junio.

Antes, aquella pasión hecha música que se llamó Héctor Villalobos asomó los trazos firmes de su perfil desde el preludio de la Bachiana brasileira número 4, en tanto el argentino Alberto Ginastera, añadido como propina, ejercía la fascinación del ritmo racial del malambo y del concepto deslumbrante de su orquesta.

Se había anunciado inicialmente la colaboración de la gran pianista Martha Argerich, pero una vez más, faltó a la cita. En su lugar pudimos descubrir aquí el último gran capítulo de la alta escuela pianística argentina, la de Argerich, Gelber y Daniel Barenboim.

Se llama Nelson Goerner, nació en San Pedro hace 21 o 22 años y es ya una figura perseguida por la fama.

Poderío

Mantuvo el Tercer concierto de Rachmaninov y lo asumió desde un poderío técnico, una belleza y claridad de juego, una gradación dinámica y un ideario musical maduro y magnífico. Reúne Goerner todas las condiciones para un triunfo que ya conoce sobradamente y porta, dentro de un sello generacional definido, valores personales que la misma Martha Argerich alentó y orientó.De ahí sus estudios en Suiza con María Tipo, que se acusaron en una sonata de Scarlatti dada como bis, sólo comparable a las que hace Kristian Zacharias, y en un Chopin heredero de las mil sutilezas de la Argerich, pero ya íntimamente personal.

Atención a este nombre los tardíos en enterarse y los que esperan durante años todas las bendiciones y mitificaciones. Con Nelson Goerner el pianismo del siglo XXI cuenta con una estrella de luminosa potencia. El éxito de todos, pianista, orquesta y director, en Sevilla ha sido excepcional.

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