La reinvención de don Manuel
El giro galleguista en la política del presidente de la Xunta y fundador del Partido Popular
Florentino Cacheda, uno de los protagonistas del lanzamiento de la moda gallega, le llamaron de la Xunta hace un año para una misión especial. Cuando supo de qué se trataba, el modista no salía de su asombro. Manuel Fraga quería hacerse un traje de gala "típicamente gallego", inspirado en un modelo tradicional. Tanto Florentino como otros diseñadores no se entusiasmaron con la idea. Pero el presidente de la Xunta no cejó en su empeño de vestirse de Petrucio gallego, al modo de un patrón campesino bávaro. Y ya ha conseguido probarse el traje (en tonos grises, marrones y verdosos, con chaquetilla cruzada, pantalón con polainas que montan en el zapato y camisa bordada), finalmente cortado por un artesano de Compostela.Mientras se ajustaban las costuras, probablemente Fraga pensaba en el día del estreno. Algunos creen que será el próximo sábado, día 27, en la cima del Monte do Faro, en el corazón geográfico de Galicia. En este simbólico escenario, el PP de Galicia pretende celebrar este año por vez primera su particular Aberri Eguna, un acto de masas con "fervor galleguista", que los nacionalistas interpretan como una nueva "maniobra de simulación".
Queimadas por todo el orbe, traje de gala tradicional, romería galleguista... "¿Por qué los nacionalistas han permitido que Fraga se apropie de la gaita?", se preguntaba un lector en A Nosa Terra, único semanario editado en gallego. En un país donde la burguesía y las élites han despreciado, el universo simbólico popular, Fraga no ha dudado en enarbolar todo eso con un puro instinto populista que agrada a un electorado más afin al galleguismo conservador que hoy representa Fraga que al proyecto popular. De hecho, las incursiones de José María Aznar en Galicia han pasado casi inadvertidas. Con su propuesta de Administración única, Fraga pretende abanderar desde Galicia el desarrollo del Estado de las Autonomías, propugnando como horizonte el modelo (federal) alemán. El presidente de la Xunta y fundador del PP reconoce su actual sintonía con los nacionalistas moderados, y especialmente con Jordi Pujol. Estas iniciativas de "vanguardia autonómica" han dado protagonismo político a Fraga, pero oposición y sindicatos señalan que también le ha servido para desviar la atención sobre el declive económico.
Los parados
En abril, aumentó en un millar el número de parados en Galicia, alcanzando la cifra récord de 182.417 desempleados, lo que representa una tasa del 15,87% sobre la población activa, frente al 15,1% de la media española. Teniendo en cuenta que buena parte de la población es campesina y figura como autónoma, la estadística de parados entre los asalariados se dispara.Desde el 5 de febrero de 1990, Fraga ha ido acentuando su fervor autonomista, en una evolución que allegados y observadores consideran que trasciende la política de imagen y que le ha llevado a utilizar con frecuencia símbolos y conceptos próximos al nacionalismo, aunque él descarta esta etiqueta y prefiere definirse como "profundamente galleguista".
Xosé Cuiña, número dos del PP gallego y que despunta como delfín de Fraga, ha dicho que Rosalía de Castro o Castelao, grandes mitos del nacionalismo, simpatizarían hoy con el PP.
Para que conste, Fraga ha escrito un libro en gallego, Na memoria e no horizonte (título provisional), que saldrá próximamente al mercado y en el que asienta su base doctrinal en el pensamiento regionalista de Alfredo Brañas y en los nacionalismos conservadores de Vicente Risco o Ramón Otero Pedrayo. En ese libro, Fraga habla con admiración del "modelo alemán".
Tanto Fraga como Cuiña descartan la posibilidad de llevar la autonomía de la organización gallega hasta configurar con sus diputados un grupo parlamentario propio en el Congreso. El único matiz es que Cuiña dice "por el momento" con énfasis, aunque, con mayor énfasis, afirma que su lealtad a Fraga está fuera de toda contingencia. Sin embargo, son muchos los analistas que opinan que ese paso puede ser inevitable en 1993.
"No me sorprende demasiado lo que está pasando". Observador de excepción de la convulsión política gallega es el ex secretario de Estado de Economía Guillermo de la Dehesa, actual consejero delegado del Banco Pastor. "Yo creo que la solución de Fraga y la solución del centro-derecha en Galicia es imitar a CiU o al PNV. Creo que su finalidad es crear una fuerza aquí, en Galicia, con la que luego negociar en Madrid".
"Es evidente que Fraga va por delante de Aznar y está abriendo una vía novedosa en el panorama político, es decir, la posibilidad de un entendimiento entre el PP y los nacionalismos conservadores", señala Fermín Bouza, catedrático de Opinión Pública en la Complutense y buen conocedor de la política gallega y, española. "Fraga está más libre que Aznar, que está taponado en Madrid, y se ha dado cuenta de que ir de regionalista no supone nada, que para tocar poder hay que diseñar algo nuevo".
Quien parece entender que Fraga puede conducir un tren aprovechable al que subirse es el escritor y diputado Alfredo Conde. Tras figurar como conselleiro de Cultura en el Gobierno tripartito tan denostado por Fraga, Conde fue elegido parlamentario socialista, y en la campaña se empleó con gran dureza contra Fraga. "Fui un ingenuo, un espontáneo", indica ahora, "hasta que me di cuenta de que los socialistas de Madrid no querían ganar". Desde que acompañó al presidente de la Xunta a Cuba, el Premio Nacional de Literatura ha roto con el Grupo Socialista y fue el único diputado no perteneciente al Grupo Popular que votó a favor de la Administración única. "Apoyaré todo lo que sea en interés de Galicia", dice Conde.
"Éste es un país de cobardes, y Fraga lo sabe". Quien habla así es el mismísimo Xosé Luis Barreiro, el hombre que descubrió la senda galleguista a Fraga, quien fue su hombre de confianza y que ahora es un personaje satanizado en la política gallega. "Está jugando de farol. Su gestión está siendo un desastre, puedo demostrarlo punto por punto, con la excepción, quizá, de los incendios forestales. Lo que pasa es que es un experto propagandista muy ducho en doblegar voluntades. Y lo está consiguiendo, tiene a casi todos atemorizados".
Ambición
Barreiro cuenta la anécdota del director de un periódico que le dice que no se publican artículos críticos contra Fraga porque, salvo cuatro o cinco personas, "nadie se atreve a escribirlos".-Pero, ¿qué me dice de su galleguismo?
-Lo que Fraga piensa es lo siguiente: si yo soy "un rey", necesito "un reino". En el fondo sólo hay ambición de poder.
Quien tampoco se anda por las ramas es Xosé Luis Méndez Ferrín, legendario fundador de la Unión do Pobo Galego (UPG), el primer grupo nacionalista surgido en la posguerra. Ferrín, que hoy se declara independentista, opina que Fraga "es un personaje detestable que ha acudido a la Xunta para sostener la camada caciquil, que estaba inquieta ante el avance nacionalista y popular".
Camilo Nogueira (PSG-EG) y Xosé Manuel Beiras (BNG) han denunciado reiteradamente, como "apropiación indebida", el uso de símbolos y discursos protonacionalistas por parte de Fraga como "un gran maquillaje" con objetivos electorales.
Por lo pronto, y como para darle la razón, Fraga prepara una ley electoral dirigida a minar a la oposición: habrá incompatibilidad para los alcaldes (las cinco principales ciudades gallegas tienen alcalde socialista) y quedarán fuera del Parlamento los grupos que no alcancen el 5% de los votos.
Pero parecen ser los indicadores económicos los grandes adversarios de Fraga, que anunció espectaculares medidas redentoras al comienzo de su mandato. Dos años y pico después, las estadísticas son implacables: 942 expedientes de crisis en 1991, un 25% de paro en la población asalariada y casi un 16% en el conjunto de la población activa (los campesinos figuran como trabajadores autónomos), que, por otra parte, se ha reducido en 30.000 personas en dos años, con un proceso de envejecimiento demográfico que es el más alto de la Comunidad Europea.
De todas formas, para una cierta tranquilidad, expertos como Guillermo de la Dehesa opinan que la economía puede ir "un poco mejor", si la Xunta lo hace bien, o "un poco peor", si lo hace mal. Al final, como en un pentagrama musical de las cantigas medievales, el ritmo en la Galicia gobernada por Fraga es el de una "progresión retardada".
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