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Bush urge a la Reserva Federal para que apruebe un nuevo recorte de tipos de interés

Antonio Caño

Preocupado por la lentitud de la recuperación económica a poco más de tres meses de las elecciones presidenciales, el presidente norteamericano, George Bush, ha pedido a la Reserva Federal una nueva rebaja de los tipos de interés, aun a riesgo de un incremento de la inflación.

En una entrevista publicada ayer por el diario The New York Times, Bush afirma: "Me gustaría ver otra reducción de los tipos de interés. Creo que hay todavía margen para eso. Comprendo que la gente esté preocupada por la inflación, pero creo que no es el problema más importante en este momento".Desde luego que no. El problema más importante para Bush en estos momentos es su reelección, y esa está en peligro mientras la economía norteamericana no se reactive a un ritmo mucho más acelerado que el 2,5% actual.

Acuciado por esa necesidad, el presidente norteamericano ha hecho la recomendación de reducir los tipos de interés, ignorando incluso las recomendaciones de los economistas y de las propias autoridades de la Reserva Federal, que prefieren seguir con el ritmo actual de reactivación, antes de correr el peligro de un aumento de la inflación. En el mes de mayo el índice de inflación aumentó un 0,4%, y aunque la tasa interanual sigue por debajo del 4%, la cifra preocupó a los expertos.

"Yo creo que la inflación parece estar bajo control, y no creo que el argumento de que una reducción de los tipos puede perjudicar las rentabilidades a largo plazo sea válido", dijo Bush.

La Administración confía en que esa reducción crearía nuevos alicientes para la solicitud de créditos, especialmente para la construcción de viviendas, y, como consecuencia, influiría favorablememte en la lucha contra el desempleo, que ha llegado a un alarmante 7,5% en el mes de mayo.

El presidente expresó su frustración por el hecho de que, aunque formalmente la recesión -que fue la más larga desde la Segunda Guerra Mundial- está superada, la mayoría de los norteamericanos sigan creyendo que los problemas económicos de los dos últimos años subsisten.

Esto se refleja en los índices de popularidad del presidente. En estos momentos, el porcentaje de norteamericanos que desaprueba la forma en que la Casa Blanca maneja la política económica -el 78%, según una última encuesta- es comparable al de los peores momentos de Jimmy Carter.

La solicitud de una nueva reducción de los tipos de interés es, en el fondo, el reconocimiento del fracaso de la política económica de la Casa Blanca. El secretario del Tesoro, Nicholas Brady, había dicho recientemente que esa medida sólo sería necesaria en el caso de que los planes de recuperación fallasen.

El pasado 9 de abril la Reserva Federal redujo el tipo interbancario (el que se cargan las entidades entre sí) hasta el 3,75%, lo que situó las tasas de interés a corto plazo en su nivel más bajo de los últimos veinte años. Los gobernadores del banco central señalaron hace escasas semanas que no había necesidad de reducir más los tipos porque la economía mostraba síntomas de recuperación. Concluyeron que el peligro potencial de inflación era mayor que la necesidad de estimular adicionalmente la actividad económica.

Recientemente un grupo de un centenar de economistas, entre ellos seis premios nobeles, recomendaron al presidente que la mejor manera de acelerar el crecimiento sería la inversión de 50.000 millones de dólares en obras públicas, como viviendas y carreteras. Pero la Administración, también muy preocupada con un déficit público que llegará a final de este año a los 400.000 millones de dólares, se opuso a esa medida.

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