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La variante de La Cabrera convierte el paso abierto por Napoleón en un lugar turístico

Javier Casqueiro

Los 1.111 habitantes censados de La Cabrera, a 59 kilómetros de Madrid, están experimentando una sensación infrecuente. El pueblo, convertido en lugar de paso por Napoleón en 1808 y en cuello de botella por el tráfico en las últimas décadas, ha dejado de vivir "de la noche a la mañana para la carretera. Una variante puesta en servicio ayer ha forzado a los; lugareños a meterse en el túnel del tiempo para planificar un nuevo destino, que se presume turístico, y les ha provocado algo parecido a un síndrome de abstinencia de coches.

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Los seis kilómetros de la variante de La Cabrera, que han costado 2.868 millones de pesetas, significan una revolución en el pueblo, que piensa ya en nuevas formas de vida y de desarrollo. Además, suponen un alivio para los conductores.La Dirección General de Tráfico situaba este punto entre los más problemáticos en las operaciones de salida o entrada. Ahora, los conductores llegarán a Madrid en menos de media hora.

Pese a la importancia de la obra, no hubo ayer inauguración oficial ni fotografía del ministro. Los vecinos se enteraron poco a poco de que habían dejado definitivamente de vivir en el lugar de paso que abrió Napoleón hace 184 años. Las autoridades locales fueron informadas por los periodistas.

La carretera ha rescatado su último nombre como avenida de Generalísimo y se ha convertido en un proyecto de bulevar estimado en unos 300 millones.

Napoleón eligió entrar a Madrid por La Cabrera, descartando la llegada habitual por Guadalajara, y marcó el paso de Somosierra como la principal comunicación de la capital con el norte. Napoleón arrasó entonces tres cuartas partes del pueblo, y sus habitantes huyeron al monte.

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Las apisonadoras de Obras Públicas no han sido menos expeditivas. Se han llevado, entre otros terrenos, 100.000 metros cuadrados de monte catalogado como público. Aún hace 15 días, con todo pintado, se solicitó el permiso de ocupación provisional de las obras. Fue denegado. Las expropiaciones, no cobradas, se cifraron en 25 millones. El Ayuntamiento pide 150. Los vecinos tienen los sentimientos repartidos. La mayoría cree que quedarse al margen de la carretera nacional de Burgos (N-1) dará "tranquilidad" y facilitará "un desarrollo más armónico del pueblo", como piensa su alcalde, Alejandro Sanz Peinado, del PP.

Boticario, quiosquera, dueños de bares, concejales y técnicos municipales opinan que será bueno olvidarse de la dependencia de la carretera "y de la situación de trastorno y tensión que creaba en el pueblo", partido en dos. Los planes urbanísticos prevén la construcción de 800 viviendas. El objetivo idílico es tener 3.000 habitantes. "No queremos ser otro Alcobendas", dice Sigfredo Martín, concejal de Obras.

Vivir de la carretera

Uno de los empleados de la gasolinera, el establecimiento más afectado, lo ve mucho más negro: "Será bueno para el que no vive de la carretera". La gasolinera recaudaba un domingo normal un millón y medio de pesetas. Los últimos fines de semana la caja no superó las 400.000 pesetas.Los dos hosteleros, sin embargo, han sufrido menos. Ayer, a la hora de la comida, tenían aparcados 25 camiones y unos 60 coches. El hostal Mavi, a la entrada del pueblo, ha reducido las ventas de bocadillos un 50%, pero su dueña, Julia Martín, no es pesimista: "No quiero ponerme la venda antes de que salga el grano". La intención es anunciar La Cabrera como centro de servicios y de atracción turística. Los ofrecimientos: el templo más antiguo de la comunidad (monasterio cluniacense de San Antonio), seis itinerarios naturales en la sierra, yacimientos, castros...

La impresión inicial, sin embargo, es coincidente: "es una pena", "da tristeza", "al principio no te acostumbras". El alcalde los resume a todos: "No ver las filas de coches genera una insatisfacción muy parecida al síndrome de abstinencia".

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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