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Llegan a casa los dos rehenes alemanes liberados en Beirut

El sórdido capítulo de los rehenes occidentales en Líbano se cerró ayer cuando los alemanes Heinrich Struebig y Thomas Keníptner llegaron anoche a Colonia (Alemania) del brazo de una delegación especial de Bonn. Para ellos fue el epílogo de 37 meses de cautiverio en manos de extremistas musulmanes y tres días de confusión internacional.

Ahora sólo quedan en Líbano cautivos libaneses y palestinos en manos de Israel. La ONU se ha comprometido a abogar firmemente por su libertad.Hoy, el rehén más emblemático de Oriente Próximo es Abdel Karim Obeld. El barbudo jeque shií de la aldea libanesa de Jibchit languidece en una celda tras su secuestro por paracaidistas de Israel en 1989. Obeid, de 40 años, fue secuestrado en circunstancias idénticas a las que rodearon la desaparición de más de 80 occidentales capturados en Líbano en la última década.

Al poner en libertad a las dos últimas víctimas occidentales, los enfervorizados seguidores del difunto ayatolá Jomeini admiten que el secuestro como arma política ya no tiene fuerza. Bajo el liderazgo moderado de Alí Akbar Rafsanyani, Irán ya no fomenta el secuestro. Y Siria, el principal factor de poder en Líbano, quiere ganar puntos con Estados Unidos y Europa.

Mientras Struebig y Kemptner volaban en un avión del Gobierno germano rumbo a . Alemania, tras hacer escala en Creta -donde fueron sometidos a reconocimiento médico-, en Beirut la algarabía oficial se mezclaba abiertamente con la esperanza popular. La liberación de los últimos occidentales capturados por facciones leales a Irán se tradujo inmediatamente en la reanudación de la cooperación económica internacional con el Gobierno prosirio de Beirut.

La Comisión Europea anunció ayer que contribuirá con 166 millones de ecus para reconstruir un país devastado por década y media de guerra civil.

Struebig, de 51 años, y Kemptner, de 31, hicieron una fugaz aparición ante la prensa durante la ceremonia celebrada en el despacho del primer ministro libanés, Rashid al Soffi.

El comienzo de una era difícil

El acto, que marcaba el fin de una era tenebrosa, también constituyó el comienzo de una empresa difícil.Entre los asistentes a la ceremonia estaba el italiano Giandomenico Picco, el enviado especial de las Naciones Unidas que debe ahora negociar la liberación de más de 350 libaneses y palestinos encerrados en cárceles controladas por Israel.

Al igual que los rehenes occidentales, muchos de esos árabes sobre todo aquellos hombres y mujeres hacinados en celdas de la cárcel de Al Jiam, en la zona que Israel ocupa en el sur de Líbano- sobreviven a duras penas. Varios de ellos se encuentran a merced de torturadores y las gestiones de gobiernos, la Cruz Roja Internacional y Amnistía Internacional han resultado vanas.

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