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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Leyes y hábitos

COMO ADVIRTIÓ un rumano pesimista, la civilización occidental domina el arte de escamotear el cadáver: bajo una sábana o tras las estadísticas. De vez en cuando, sin embargo, el tabú es burlado por alguna circunstancia no prevista: la cámara llegó antes que las ambulancias y aquel día mucha gente vio en los cuerpos mutilados de Irene Villa y su madre el verdadero rostro del terrorismo. Esa proximidad de las cámaras fue la única diferencia, porque todo lo demás ocurrió como siempre. Del mismo modo, la realidad de los accidentes de tráfico es tan espantosa como reflejan esos anuncios que comenzarán a emitirse en breve y de los que la televisión ha ofrecido algunos avances, Se trata de poner voz y cara a lo que las cifras anuncian en silencio: 50.000 muertos al año en la Comunidad Europea (CE), dos veces y media el número de víctimas de la guerra que asuela la antigua Yugoslavia desde hace un año. Más del 10% de esos muertos, unos 6.000, se produjeron en España. Pero tales cifras son, a su vez, una pequeña parte de las vidas que cada año se lleva por delante la carretera. Medio millón en todo el mundo, según se reveló ayer mismo en un congreso internacional sobre seguridad vial que se celebra estos días en Madrid.Algunas de las medidas incluidas en el Reglamento General de Circulación que ayer entró en vigor son discutibles, o al menos discutidas. Es propio de una sociedad democrática que así sea. Pero también lo es que la ley sea respetada por todos los ciudadanos, y no sólo por los que la consideren idónea. Se dice, por ejemplo, que la obligatoriedad de utilización del cinturón de seguridad en vías urbanas, en las que, por otra parte, no podrá circularse a más de 50 kilómetros por hora, resulta una medida tan molesta como inútil. El grado de cumplimiento de la norma en su primer día de aplicación puede considerarse bastante alto (de un 50% en Madrid, según el alcalde de la capital), pese a los llamamientos a la desobediencia civil de algunos irresponsables.

El cinturón de seguridad ya era obligatorio para cualquier trayecto en, la mayoría de los países de la CE. La alternancia, especialmente en las grandes ciudades, de tramos urbanos y vías rápidas es uno de los argumentos a favor de la medida. Es en esas vías rápidas donde se produce el mayor número de accidentes urbanos, pese a lo cual son pocos los conductores habituados a colocarse el cinturón al entrar en ellas. La nueva norma busca convertir en hábito lo que era excepción. El uso del cinturón no evita los accidentes, pero disminuye su mortalidad en la proporción de tres a uno. No es asunto para tomar a broma. Como no lo es que 1.174 de las personas fallecidas en la carretera en 1991 fueran conductores de motocicletas. La extensión de la obligatoriedad de utilizar casco a los conductores de ciclomotores está plenamente justificada, al igual que las medidas tendentes a extremar el control del alcohol ingerido por los conductores. Todo ello va en la línea tanto de las recomendaciones del informe del Senado sobre seguridad vial como de las de la Comisión de la CE en la perspectiva de un futuro código europeo de circulación.

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