Goya reaparece al son del organillo

Los frescos que Goya dejó en la cúpula de la ermita de San Antonio de la Florida, la capilla Sixtina del impresionismo español, son visitables nuevamente desde ayer. La escena del milagro de San Antonio ha permanecido dos años oculta entre andamios mientras era sometida a una intensa restauración. Ahora, aun que los trabajos no han terminado, la obra de Goya reaparece durante la primera verbena castiza del año, la de San Antonio.

Las colas de castizos, modistillas y civiles en general se repartieron ayer por igual ante las puertas de las dos ermitas gemelas de San Antonio: la original, construida en 1798 y que alberga los frescos de Goya, y la réplica, levantada en 1928 para liberar a la primera del trajín de la misa diaria.En la original, los visitantes, en grupos de 25, pudieron contemplar la cúpula ya restaurada. Goya la pintó en 1798, cuando tenía 52 años, inspirado en el milagro de San Antonio, que resucitó a un hombre asesinado para que pudiera exculpar del crimen al padre del santo. El Nobel Severo Ochoa, que fue uno de los impulsores de la restauración, llegó a calificar la ermita como "un tesoro comparable a la capilla Sixtina".

El museo estará abierto al público de nueve de la mañana a dos de la tarde, y de lunes a viernes. La entrada costará 200 pesetas, excepto los miércoles, que será gratuita.

La otra cola, más numerosa, esperaba ante la pila de alfileres que fue ansiosamente acariciada por las modistillas. Un alfiler, un novio. De paso, los beatos del santo compraron sus panecillos. Fuera, un organillo celebraba el regreso de Goya en plena verbena de San Antonio.