_
_
_
_
LA MAESTRANZA

Todo fue como de compromiso

Antonio Lorca

Si no lo era, lo parecía: una corrida de puro compromiso. Para celebrar el día de Castilla y León en la Expo, pero de puro compromiso. Y, además, resultó mala; y, por si fuera poco, gafe.De compromiso para el ganadero, que envió una corrida gordinflona (tres toros por encima de los 600 kilos), que se negaba a embestir, y que fue mansa, deslucida y flojísima. De compromiso para los toreros, con menos ánimo que los toros; de compromiso para el escasísimo público castellano-leonés que acudió a la plaza (la afición de Sevilla volvía del Rocío); de compromiso para los políticos que, encima, trajeron el gafe: chicas muy monas repartieron gorras y abanicos. Pues, en lugar de sol y moscas, hubo nubarrones, viento y frío. Al final, cuando el público salía al paseo de Colón, se encontró con los 800 jornaleros sevillanos que habían acudido a protestar a la capital, y que, al unísono, gritaban: "Trabajo, sí; limosna, no". El colmo de la torería.

Bayones / Niño de la Capea, Domínguez, Luguillano

Toros de Los Bayones, desiguales de presentación, mansos, muy flojos y deslucidos.Niño de la Capea: media (silencio); estocada baja (silencio). Roberto Domínguez: pinchazo y estocada corta (ovación); pinchazo y estocada (silencio). David Luguillano: media tendida, pinchazo, media y tres descabellos (silencio); estocada corta, cuatro descabellos -aviso- y dos descabellos (silencio). Plaza de La Maestranza, 11 de junio. Corrida patrocinada por el Pabellón de Castilla y León en Expo 92. Menos de media entrada.

Será difícil que vuelvan a salir seis toros más sosos a una plaza. Sobre todo, porque los más sosos ya han salido con motivo de esta corrida extraordinaria. Toros para no embestir, mansos y flojos; con genio, algunos, en el caballo, pero todos huidizos y a la búsqueda desaforada de las tablas. Un lucimiento ganadero.

Así las cosas, parece como si los toreros estuvieran justificados. Pero lo que no tiene justificación es la apatía, la falta de ilusión y el deseo patente de salir del paso por parte de la pareja de toreros maduros; ni la inseguridad de un Luguillano para quien la corrida fue un verdadero compromiso del que salió escaldado.

Seguro que Niño de la Capea y Roberto Domínguez han venido a Sevilla para hacer un favor a alguien. A ellos, desde luego, no. Ninguno de los dos está en su mejor momento, y, por si fuera poco, ambos han comprobado el tirón que tienen hoy en la Maestranza.

Ni uno ni otro encontraron enemigos potables para el lucimiento. Pero ni uno ni otro demostraron algo más que escasa torería. Menos mal que durante la lidia del cuarto se escucharon cohetes, que no eran para Niño de la Capea, sino en honor de la virgen del Rocío.

Luguillano demostró que su postura pinturera no está para aguantar los arreones peligrosos del tercero ni la sosería del sexto. Muy inseguro e inexperto, sopló más de lo debido y se quedó quieto menos de lo necesario.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_