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La Empresa Municipal de la Vivienda gastó 100 millones de pesetas en una obra innecesaria

Francisco Peregil

El edificio Tirso de Molina 16 estaba en ruinas en octubre de 1.989. Ahora sigue en ruinas, y además se halla apuntalado para evitar que caiga encima del transeúnte. La diferencia es que, entretanto, la Empresa Municipal de la Vivienda (EMV) gastó 100 millones de pesetas en unas obras que los actuales responsables de la misma califican de irresponsable, innecesaria y disparatada.

Cuando los técnicos del PSOE abandonan la dirección de la Empresa Municipal de la Vivienda, llegan los del CDS y el PP, con otra forma de enfocar la política de rehabilitación. De este modo, lo que unos compraron antes, los otros lo venden después, pero en el camino quedan muchos millones de pesetas gastados sin ninguna utilidad ni provecho.Así, durante la alcaldía de Enrique Tierno Galván, el Ayuntamiento compró la finca Tirso de Molina 16 para acondicionarla (pintar las paredes, remodelar los baños y la cocina) y venderla después.

Cuando pasó a gobernar la coalición del CDS y PP, en junio del 1989, se produce un periodo de transición en la EMV en que conviven bajo la misma casa los técnicos socialistas y los de la coalición. Durante ese periodo, la EMV decide rehabilitar las estructuras del edificio, en vez de remodelarlo, que era el proyecto inicial. La EMV destinó entonces un presupuesto de 70 millones de pesetas para modificar las estructuras, pero gastó 100.

En 1989, el gerente de la EMV era el socialista Oswaldo Román, y el vicepresidente, José Luis Álvarez, concejal del PP cuya candidatura fue retirada en las últimas elecciones municipales. "Yo no podía estar al corriente" dice Álvarez, "de las 200 obras que ejecutábamos en la ciudad, y por eso mandé a un inspector para que la visitara, y cuando lo hizo, tomé mis medidas. Además, el error más grave que se cometió ahí fue que compraran ese inmueble".

El actual jefe de rehabilitación en la EMV, Pío García Escudero, asegura que cuando accedió a su cargo en enero de 1990 y visitó Tirso de Molina 16 lo que hizo fue echarse las manos a la cabeza y paralizar la obra: "Aquello no tenía ninguna razón de ser. Reconocí el edificio acompañado de un arquitecto, porque la obra, curiosamente, la dirigía un aparejador". Era toda una obra de rehabilitación a cargo de un equipo de mantenimiento: "El efecto sería el mismo que si un grupo de mecánicos decidiese diseñar y fabricar un automóvil. De no haberlas paralizado, el coste de la rehabilitación hubiera sido enorme", según ireconoce Pío García.

Destituir a los responsables

Luis Álvarez asegura que después de que García Escudero le informara sobre ese edificio, decidió destituir a los técnicos encargados de la obra, Pablo Díaz Baruque y Miguel Palmero. "Me deshize del equipe) que había dejado el socialista Jesús Espelosín [su antecesor en la EMV] y me traje el mío. Pero, claro, aquello me costó caro, y se montó una campaña de persecución contra mí".El actual consejero delegado de la EMV y concejal de Obras, Enrique Villoria, reconoció que aquella obra fue algo disparatado desde el comienzo. "Aquel edificio había que venderlo porque no salía nada rentable transformarlo".

El concejal de Obras dijo que no podía tomar medidas contra nadie en la EMV porque hay un proceso judicial en marcha. Villoria se refería al proceso iniciado tras la querella interpuesta por el constructor Christian Jiménez en la que acusaba a Luís Álvarez de discriminar a su empresa y favorecer a otras. A raíz de aquella denuncia, el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid inició una investigación, que ya ha entregado al juez.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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