Dimite el presidente del Banco Central de Rusia
El presidente del Banco Central de Rusia, Georgui Matiujin, presentó ayer su dimisión ante el Presidium del Parlamento como reacción a las sistemáticas críticas que está sufriendo por parte del legislativo, del que depende directamente. Ayer, el viceprimer ministro ruso, Egor Gaïdar, afirmaba que "la actual situación monetaria es explosiva".La dimisión es una buena muestra de las tensiones que rodean al actual equipo económico del Gobierno ruso, sobre el que cada vez recaen más presiones para que suavice las drásticas medidas de reforma puestas en marcha a partir del 1 de enero y confirmadas en el memorándum remitido en abril al Fondo Monetario Internacional (FMI). Precisamente ayer Rusia formalizó su entrada en este organismo internacional.
El motivo inmediato de la dimisión, que tiene que ser aceptada por el pleno del Parlamento para que sea efectiva, ha sido la pretensión de una mayoría de diputados de forzar al Banco Central a que se vuelva atrás en su decisión de subir del 50% al 80% la tasa de interés que impone en sus créditos a las demás entidades financieras. En la decisión de subir esa tasa, Matiujin contó con el apoyo del máximo responsable de la reforma económica, Yegor Gaïdar. La dimisión de Matiujin, en todo caso, se esperaba de un momento a otro, sobre todo después de que el presidente del Banco Central mostrara semanas atrás su enérgica protesta por el hecho de que el Gobierno subiera las pensiones y los salarios sin consultarle, lo que dio al traste con sus previsiones. Las duras medidas de reforma económica con las que se pretendía, entre otros objetivos, empezar a encauzar la inflación a partir del segundo trimestre no han logrado ese propósito: en los primeros cuatro meses el coste de la vida ha aumentado el 740% y la subida hace un mes de los carburantes ha causado nuevos brotes inflacionarios. Este hecho se ha sumado a otra serie de circunstancias para provocar una falta asfixiante de liquidez, que ha sido definida por Gaïdar como "el problema más grave".
La falta de liquidez ha tenido como consecuencia que muchos trabajadores estén recibiendo sus salarios con retraso y que las empresas públicas o privadas se tengan que endeudar -con créditos cada vez más caros- para afrontar simplemente el pago de sueldos. La falta de dinero y el incremento de las tasas de interés ya llevó hace dos meses al Congreso a considerar que la política del Gobierno podría hundir la industria nacional.
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