La ordenación de la mujer, obstáculo al diálogo entre el Papa y la Iglesia anglicana
La ordenación de mujeres como sacerdotes ha sido el principal punto de discrepancia en la reunión que ayer mantuvieron Juan Pablo II y el arzobispo de Canterbury, George Leonard Carey, de 56 años, en el Vaticano. Es la primera vez que el primado anglicano se reúne con el Papa, continuando la tradición iniciada por Pablo VI de contactos regulares con la cabeza del anglicanismo. El encuentro fue calificado de "cordial, pero nada más", por un testigo. Tras una sesión privada de unos 40 minutos, el Papa y el arzobispo se reunieron en la biblioteca pontificia rodeados de sus principales colaboradores en materia ecuménica.
Al abordar la cuestión del sacerdocio de las mujeres, el primado anglicano, que acudió a Roma acompañado por su esposa, "expresó su convicción de que era posible desarrollar esta doctrina [la ordenación de las mujeres] y que estaba dentro de la naturaleza misma de la doctrina del sacerdocio", según un comunicado conjunto difundido por la Santa Sede.
Juan Pablo II reafirmó que este asunto "constituye una decisión que la Iglesia de Roma no cree estar autorizada a tomar, así como un grave obstáculo en todo el proceso de reconciliación entre la Iglesia anglicana y la Iglesia católica romana". El anglicanismo acepta la ordenación sacerdotal de la mujer y recientemente fue consagrada la primera obispo de esta confesión.
Sobre la otra gran discrepancia, el control de la natalidad, el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, dijo que no había sido tratado. El comunicado, que refleja el escaso fruto del diálogo que desde hace 30 años mantiene la comisión mixta católico-anglicana, señala que, a pesar de no haber llegado a "acuerdos sustanciales" el Papa y el representante anglicano manifiestan "su compromiso para seguir trabajando por la unidad, tanto a nivel teológico como en los intercambios y cooperación entre los fieles a todos los niveles".
La Iglesia anglicana cuenta con unos 70 millones de feligreses.
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