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Jóvenes conformistas

Antonio Lorca

Torrealta / Ponce, Galán, Finito

Toros de Torrealta, bien presentados, excepto el 6º, anovillado, flojos, mansurrones y nobles; 5º bravo y 6º deslucido. Enrique Ponce: media muy baja (ovación); estocada (ovación). Juan Pedro Galán: dos pinchazos y estocada (ovación); pinchazo, estocada y descabello (ovación con algunos pitos). Finito de Córdoba: estocada caída (palmas); estocada corta tendida y tres descabellos (ovación). Plaza de Jerez de la Frontera, 22 de mayo. Menos de media entrada.

¿Cómo es posible que una terna de toreros jóvenes, punteros y supuestamente ilusionados, no sea capaz de llenar ni media plaza en plena Feria de Jerez? ¿Cómo es posible cuando uno de ellos quiere mandar en el escalafón -Enrique Ponce-, otro quiere ser califa -Finito-, y el tercero torea ante sus paisanos?La respuesta, al final de la corrida. El poco público, tiritando de frío en tarde fresquita, deseaba que aquello terminara cuanto antes, cansado de tanto saludo y escasa emoción. Porque los jóvenes toreros de hoy, eso hay que reconocerlo, son muy educados: los de ayer se pasaron las dos horas saludando a los tendidos, a los demás compañeros, al toro... Tan educados, que ni se enfadaron consigo mismos para cortar alguna oreja a los pastueños toros que se asombraban de tanta galantería. Y eso que los toros de Torrealta no plantearon problemas y se dejaron torear; justas las fuerzas, pero con embestida nobilísima. Por asustar, sólo asustaron a tres muchachas de la Cruz Roja que, en su inocencia, se tapaban los ojos como si en el ruedo se librara una cabal pelea entre una fliera y un hombre. Nada más lejano de la realidad. Sólo ocurría que el tercero de la tarde se había echado a los lomos a un inexperto caballo. Fue lo más divertido.

Enrique Ponce está sobrado de elegancia y de facilidad. Pero también de frialdad. Relajado, con capote y muleta, ni se emociona. Y, así, ni corta orejas ni levanta pasiones. Parsimonioso ante un cuarto toro con recorrido, acabó por aburrirse cuando comprendió que el público hacía tiempo que ya lo estaba.

Juan Pedro Galán ha sido la cara y la cruz. Se peleó valientemente con un primer toro deslucido y que embestía a cabezazos, y se afligió ante un bravo quinto, al que no supo cogerle ni el aire ni la distancia. Se había ganado una sonora ovación toreándolo con gusto a la verónica y, al final, algunos pitos le recriminaron que se contagiara de la sosería reinante. En el fondo, decepcionó a su gente, sobre todo, después de su reciente actuación valerosa ante los toros de Pablo Romero en Sevilla.

Finito de Córdoba pretende ser califa, y puede quedarse en un eterno aspirante. Dos toros escogidos para el triunfo -el último, un novillo, hasta le pedía permiso para no molestar- y no dejó nada para el recuerdo. Detalles y destellos, pero sin profundidad.

Se entiende que esta terna de toreros jóvenes no fuera capaz ni de llenar media plaza. La afición es más lista de lo que parece.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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