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La aventura de descubrir una vaca

El Tren de la Naturaleza muestra los secretos de la sierra a los escolares madrileños

"Allí está, arriba, en el árbol ¡Mirad!". Jorge ha sido el primero que ha visto un nido de águilas en la copa de un pino. Él y sus compañeros del colegio Agapito Marazuela de La Granja (Segovia) están de viaje en el Tren de la Naturaleza. Desde mayo hasta finales de octubre, un tren de cercanías recorre los 18 kilómetros que separan Cercedilla de Los Cotos, cargado de niños. Expertos y biólogos les muestran la flora y la fauna de la sierra en un tren cuyo único adorno ecologista son unas fotografías de animales salvajes.

"Ojos y oídos abiertos", les había ordenado la monitora Isabel, "para que os déis cuenta de todo lo bonito que hay en el bosque". La emoción por el descubrimiento del nido es casi insuperable. Sin embargo, los compañeros de Jorge pegan las narices contra la ventanilla del tren, observando atentamente el pinar por donde pasan. Quieren ver un buitre, un milano o una ardilla: "Tienen una cola muy grande y trepan por los árboles", observa Cristina, de 10 años. El Tren de la Naturaleza, organizado por Renfe y la Agencia de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, fue inaugurado el año pasado. Cinco mil personas se subieron a él.

En busca del búho

La excursión comienza con un audiovisual sobre medio ambiente en la estación de Cercedilla. Jorge, Cristina y sus amigos se muestran atentísimos, porque después tienen que responder a preguntas como "¿hay árboles en las cimas más altas de la sierra?" o "¿recuerdas qué mensajes utilizan algunos animales para advertir que son peligrosos?". Loida, de 11 años, ya las ha contestado todas durante la proyección. Lo que más le interesa son las huellas de los animales. Y quiere ver un búho. "Ya lo he oído tantas veces con mis padres en la sierra que ahora lo quiero ver", cuenta ella. "Estos críos son de aquí y ya tienen un concepto de la naturaleza", comenta Isabel Pérez, bióloga de la Agencia de Medio Ambiente. "Pero llegan niños de Madrid capital que conocen la naturaleza sólo por la pradera que visitan una vez al año. Para ellos es una aventura ver una vaca".

El objetivo del Tren de la Naturaleza no consiste sólo en ampliar los conocimientos sobre medio ambiente: "Sobre todo queremos que los niños aprendan a escuchar, a mirar y a apreciar la naturaleza", explica Isabel. Con dibujos, por ejemplo, enseña al grupo de La Granja lo que no hay que hacer en el campo (tirar basura o cazar ranas) y lo recomendable: observar las plantas y escuchar a los pájaros, por ejemplo.

Después del audiovisual y las instrucciones, por fin el tren se pone en marcha. Las chicas apuntan atentamente las explicaciones de un altavoz: cosas como que si no hubiera árboles se deslizaría la tierra del monte con la lluvia. Los chicos, mientras tanto, se asoman por la ventana y presumen de sus aventuras en el campo: cuando un día subían en un arbol donde había un nido de aguiluchos y vino la madre águila, por ejemplo.

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Una vez bien instalados, tienen que volver a coger las mochilas y bajarse del tren. Un biólogo les explica la antigua técnica de hacer carbón vegetal. "El de la barbacoa", apostilla un niño. A otros, más arriba, se les enseña la zona de pinos silvestres o la Laguna Grande de Peñalara.

Aunque el tren se destina a los escolares, en el Centro de Recursos del Valle de Fuenfría, en Cercedilla, cualquiera se puede apuntar al viaje. Pero hay que correr: este año se han agotado casi todas las plazas.

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