EE UU: el negocio del nombre
Los ex presidentes norteamericanos gozan desde 1958 de pensiones vitalicias de 69.630 dólares al año, más 96.000 como ayuda para sus gastos de oficina. Durante los primeros 30 meses tras el cese, la cantidad asciende a 150.000 dólares (15 millones de pesetas) anuales. Disponen de correo gratis, y sus viudas reciben 20.000 dólares anuales. Una de las principales ayudas a los ex presidentes son las bibliotecas.
Desde 1955, cada uno tiene una a su nombre, donde guardan y exponen los documentos de su mandato.
En Washington existe una residencia oficial para alojar a los ex presidentes cuando pasan por la capital de la nación, y se les reserva el tercer lugar en el protocolo, detrás del vicepresidente. Algunos ex presidentes aprovechan su nombre para emprender grandes negocios tras su mandato.
Ford ganó más de medio millón de dólares (51 millones de pesetas) con su American Enterprise Institute. Nixon ha amasado también mucho dinero con la edición de varios libros, y ejerce, como Carter, mucha influencia sobre la sociedad norteamericana de hoy. Cada ex presidente tiene asignados legalmente 24 agentes del servicio secreto para su seguridad.
Los ex presidentes de la Comisión Europea tienen derecho a la mitad del sueldo (algo menos de 12 millones de pesetas anuales) durante tres años y jubilación al cumplir los 65 años (entre el 45% y el 50% del sueldo). Además, cada cinco años se les envía un telegrama de agradecimiento.
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