La Ertzaintza detiene al etarra Javi de Usansolo y rodea la zona donde se esconde Gaddafi
EVA LARRAURI / AITOR GUENAGA El miembro Uberado del comando Vizcaya de ETA Javier Martinez Eizaguirre, Javi de Usánsolo, fue detenido ayer, poco después de las cinco de la tarde, por la Ertzaintza (policía autonómica vasca) en un edificio, en obras de Urduliz (Vizcaya). Previamente, el etarra había robado en un caserío cercano un automóvil que tenía las llavea puestas. Eizaguirre logró eludir el control tras efectuar varios disparos y se introdujo en un inmueble de la citada localidad. Al verse rodeado por la policía se entregó con los brazos en alto y sin ofrecer resistencia alguna. Los agentes continuaron peinado la zona en la que anoche permanecía aún Juan Carlos Iglesias Chouzas, Gaddafi, uno de los activistas más sanguinarios y activos de la banda ETA.
Eizaguirre viajaba solo en un Renault 11 cuando se saltó uno de los múltiples controles de carretera desplegados en la zona por la policía vasca. En ese momento se produjo un intercambio de disparos y los agentes salieron tras él. El etarra no llegó muy lejos. Una vivienda próxima fue su último escondite antes de entregarse manos arriba. Ni siquiera utilizó su pistola que fue encontrada en el interior de la casa. Los propietarios no se percataron de nada porque estaban en la cuadra cuidando al ganado.El espectacular despliegue realizado por la Ertzaintza, con cientos de hombres y varios helicópteros, desde las diez de la noche del martes dio así su primer fruto. Habían pasado 31 horas desde que el etarra, junto a su compañero Gaddafi, había conseguido burlar a la policía por primera vez. Fuentes próximas a la operación señalaron qué Interior había optado por "mantener y exprimir a fondo" el cerco policial. "Éste se nos ha escapado a todos [una vez al Cuerpo Nacional de Policía y otra a la Ertzaintzal, y esto no se puede volver a repetir", aseguraron.
La presencia policial era ayer por la mañana muy destacada en la zona donde la Ertzaintza había esperado hasta las cuatro de la madrugada para entrar en el caserío donde los etarras intentaron esconderse durante la noche.
"No puede pasar. Tenemos la orden estricta de impedir el paso de cualquier persona". Con esta escueta explicación respondían los ertzaintzas a quienes a lo largo de ayer intentaban llegar a los pequeños chalés y caseríos diseminados a los lados de la carretera que une las localidades de Urduliz y Sopelana, casi una recta de unos dos kilómetros. Las patrullas advertían que no podrían regresar a sus domicilios a los vecinos que querían salir de la zona, incluso a los que iban a recoger en coche a sus hijo a la salida del colegio.
En el núcleo urbano de Urduliz, la presencial policial era discreta, pero en las carreteras en dirección a Unbe y Sopelana se hacía más intensa. En cada recodo, una patrulla integrada por varios agentes vigilaba bajo un sol abrasador.
El martes fue un día intenso en la comarca de Uribe-Costa. La policía vasca comenzó a desplegarse a las diez de la noche del martes, al ser avisada por un joven que escapó del refugio tomado por los terroristas a punta de pistola. Tras el aviso, los efectivos policiales montaron un cerco de seguridad en la zona para impedir la huida de los dos liberados y preparar la liberación de tres mujeres retenidas en la vivienda. Pero los terroristas se percartaron de la huida del joven y obligaron a los tres rehenes a entrar en una habitación amenazándoles para que no abandonaran la estancia.
Varias horas más tarde, los policías que cercaron la vivienda se comunicaron con las tres mujeres y las convencieron de que abandonaran el caserío. Una vez liberadas, la Ertzaintza mantuvo la vigilancia y realizó sin éxito numerosas llamadas a los terroristas a través de un sistema de megafonía. A las cuatro de la madrugada de ayer, después de seis horas de cerco, los agentes entraron en el caserío. La policía cree que los dos etarras abandonaron el caserío inmediatamente después de encerrar alas tres mujeres, antes de que el cerco alrededor de la casa fuera desplegado. Era la segunda vez en 12 horas que burlaban a la policía.
Por la mañana, los d oís etarras habían mantenido un tiroteo con dos agentes del Cuerpo Nacional de Policía que trataban de identificarles. Eran las 10.30 cuando los dos terroristas respondieron a tiros a la solicitud de los policías. En su huida abandonaron cerca del Ayuntamiento de. Sopelana un Volkswagen en cuyo interior se halló un subfusil marca Uci, de fabricación israelí y con el número de serie limado, dos cargadores, un rastreador de frecuencias, unas esposas, varios detonadores, vendas y esparadrapos.
Falsos policías
Gaddafi dejó en el vehículo documentación falsa, que incluía una placa y carné de policía con su fotografía. Al sustraer a punta de pistola el vehículo que utilizaron para huir, el jefe del comando gritó "somos policías, baje del coche" según relató un testigo. Del intercambio de disparos quedaron varias huellas. en dos vivienda y en la ventanillas de un coche cercano.
Desde Sopelana, los fugitivol se dirigieron a un lugar que conocían bien: el caserío de Barrika, donde habían permanecido, ocultos desde el 25 de febrero, cuando Gaddafi asesinó de dos tiros en la cabeza al guardia civil José San Martín en Algorta (Vizcaya). En las inmediaciones de esta casa fue localizado el automóvil robado en Sopelana. .
Ambos activistas pasaron en su refugio muy poco tiempo, aunque se desconoce por qué motivo marcaron con su presencia el lugar donde la policía localizaría .después a las personas que les apoyaron. Esa misma tarde fueron arrestrados los propietarios del caserío, el matrimonio compuesto por José Manuel Fernández, de 40 años, y María Angeles Pérez del Río, de 37 años, y la madre del primero, Manuela Pérez de Nanclares, de 63 años.
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