_
_
_
_
Tribuna:FERIA DE SAN ISIDRO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Distancias

La distancia será o no él olvido, que ahí los boleristas proponen y Dios dispone. Pero, en el toro, las distancias son justamente lo que no puede olvidarse; ni. por parte del aficionado ni por parte -mucho menos- del torero.La lidia es una escuela de vida, por la misma razón que la vida es una escuela de lidia: saber de distancias, saber dar la distancia, saber qué distancia piden las cosas, ahí está el busilis. Este asunto de las distancias es lo que hace de la lidia uno de, los quehaceres más eróticos de los que hay noticia.

Los tratadistas llevan siglos discutiendo sobre si lo verdaderamente femenino o masculino de la fiesta es el toro o el torero, y espanta ver cómo se esgrimen razones y qué tremendos sanedrines se forman al respecto. Porque esa masa brutota y oscura que es el toro parece, así, de buenas a primeras, encamar el más remacho de los tétemes; mientras que esotro figurín pizpireto y posturitas, de media rosicler y alamar floripondiado, podría ser comparado a una Paulova de peculiar tutú. Y, sin embargo, las cosas no están tan claras, porque de repente el mariposeador se transmuta en feroche guerrero y marca paquete y acaba por blandir acerote; en tanto que la mole cornalona embiste con cada vez más patente dulzura y graciosidad.

Y ese lío, ese trastrocarse las apariencias, proviene de que la faena se haya planteado en la distancia precisa. Asunto tan, tan dificil, que enteramente parece maña del diablo. Porque, ¿cómo es posible que dos seres vivos, y a lo que se ve diametralmente opuestos, lleguen a encontrarse, a reconocerse, a jugar con plena complicidad? No mintiera quien, en viéndolo, exclamase: ¡Milagro! Y, sin embargo, ocurre, y las gargantas estallan en olés.

El suceso resulta aún más digno de pasmo si se considera que tal conjunción de gracia y belleza no sólo brota de un efimero instante, sino que hasta puede ocurrir que el milagro se mantenga a lo largo de una, varias tandas, la faena toda. Ocurre muy poquitas veces, pero a veces. Y ocurre por encima de todas las dificultades: no sólo el viento, el calorazo, las ganas o la galbana de toro o torero: sino, sobre todo, por encima de la propia esencia cambiante de lo que llamamos distancias. Porque no hay garantía de que la distancia que en este pase se revela como correcta siga siéndolo al siguiente. Repárese humildemente en lo tremendo que es, en los amores, entender el tranco, fijar la embestida, embarcar el viaje, ligar los pases, evitar los calamocheos, crujir la cadera, abrochar lo maravillosamente desabrochado y desacatado, dar salida a lo que entró muy dentro. Y -suprema delicia- repetir. Eso es torear. Quien lo probó lo sabe.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_