La tumba más rica jamás hallada
Encontrado en las ruinas de una ciudad preincaica de Perú un inmenso tesoro arqueológico
Los tesoros de la tumba del faraón Tutankamón en Egipto, o los que actualmente se exponen en el pabellón de Perú en la Expo pertenecientes al llamado Señor de Sipán, se han quedado pequeños al lado del más reciente descubrimiento en el norte de este país. Allí, en las ruinas de una ciudad preincaica abandonada, un equipo internacional de investigadores ha encontrado un riquísimo tesoro en piezas de oro, plata y piedras preciosas dentro de una tumba de 1.000 años de antigüedad.El descubrimiento confirma la creencia -hasta ahora no comprobada- según la cual muchas de las piezas de oro catalogadas en los museos como pertenecientes al periodo inca se remontan a épocas muy anteriores a ese imperio. La mayor parte del antiguo oro peruano -desenterrado en los últimos 200 o 300 años- fue encontrado por buscadores. Los arqueólogos a menudo eran incapaces de decir de dónde procedía.
El nuevo hallazgo es importante no sólo por la riqueza encontrada, sino también porque en la excavación sólo participaron los arqueólogos, a salvo de los obstáculos y la rapiña de los buscadores de tesoros. Los primeros detalles sobre el descubrimiento se hicieron públicos el lunes en una conferencia especial organizada en Londres por el Instituto de Estudios Arqueometalúrgicos.
La tumba -encontrada cerca de la ciudad de Chiclayo, en el norte de Perú- parece ser la de un príncipe o aristócrata de primer tango. Cuando los arqueólogos -dirigidos por el catedrático japonés Izumi Shimada, de la Universidad de Harvard, en Massachusetts, y entre los que se encuentra la arqueóloga española Paloma Carcedo, de una universidad madrileña- alcanzaron la cámara mortuoria, en el fondo de una cavidad de 12 metros practicada por medios humanos, hallaron un esqueleto que aún vestía su magnífica máscara funeraria de oro, con ojos hechos de esmeraldas y anchos adornos de orejas, y todavía cubierto por cientos de miles de turquesas, cristales, lapislázulis y conchas marinas, restos de un traje de cuatro capas de abalorios.
Cerca del cuerpo -pintado con un tinte rojo y venenoso de sulfuro de mercurio, probablemente para imitar sangre- había seis coronas de oro geométricamente decoradas, cuatro cintas doradas para cabeza, otros tantos cascabeles, seis pares de pendientes y uno de gigantescos guantes, todo de oro.
Este gran señor debía de tener cuando murió una edad comprendida entre los 40 y 50 anos, y una talla de cerca de 1,80 metros. Su tumba ha sido encontrada en Sican (El Templo de la Luna), una ciudad ceremonial cuyas ruinas están actualmente en el desierto y que perteneció a la rica cultura lambayeque, extendida desde la costa oeste de Colombia hasta el norte de Chile.
Junto al señor de Sican estaban los esqueletos de dos mujeres, seguramente sus esposas o concubinas, que fueron enterradas junto a él, bien voluntariamente u obedeciendo a la obligación de acompañarlo en su viaje al más allá. Sus trajes están decorados con pequeñas figuras de animales, todas en oro.
En total, las ruinas ocultaban mas de 1,2 toneladas de oro, 80 kilos de lapislázulis, turquesas y otras piedras semipreciosas, 600 kilos de piezas de plata, 19 cuencos de cobre decorados con figuras de animales y cientos de piezas de bronce, cuyo comercio convirtió a esta cultura en una de las más ricas y florecientes de la América preincaica.
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