Una amazona antinazi
La biografía política de Marlene está marcada por su singular relación de amor-odio hacia Alemania, que reprodujo algunas facetas sadomasoquistas de su imagen pública en el cine. Fue hija de un oficial de la policía prusiana y tuvo luego como padastro un oficial del Regimiento de Granaderos, muerto en el frente ruso, de modo que sus figuras paternas se definieron como autoritarias y tal vez el contrapunto a su militarismo imperial le vino con la francofilia de su colegio y con su institutriz inglesa.Su partida a Hollywood tras El ángel azul fue, como es notorio, el inicio de su traición nacional. La Paramount quiso lavar la imagen excesivamente golfa de Marlene en El ángel azul con el viraje romántico de Marruecos, en donde rompía con su pasado de cabaretera, y demoró el estreno de aquella turbia estampa berlinesa hasta después de presentar su primera producción americana. No obstante, es reseñable que en tres de las primeras películas para Paramount representó a una prostituta, incluyendo a una ama de casa burguesa que desciende al cabaré, en La venus rubia. Pero en 1934 entró en vigor el código Hays y Sternberg la elevó cautamente a ninfómana emperatriz de Rusia, en Capricho imperial, filme despreciado por la crítica de la época, pero que fecundó en la sensibilidad homosexual de Eisenstein su Iván el Terrible.
Josef von Stemberg, su mentor, tuvo presente las necesidades del público femenino de la Depresión en la creación de su sex-symbol. Por eso, con atrevimiento pero con gran sensibilidad, la vistió elegantemente de hombre en Marruecos y La venus rubia (de ahí derivaría la leyenda de que era un travesti), la disfrazó de piloto en Fatalidad y de comandante de la caballería rusa en Capricho imperial. Esta imagen influyó en las modas femeninas, con regocijo de la Paramount, pero a pesar de sus precauciones no pudo impedir que la nueva imagen romántica de la estrella se encanallase de nuevo, en su relación sadomasoquista de The devil is a woman, con guión de John Dos Passos, que el ministro José María Gil Robles hizo prohibir en España alegando que denigraba a la guardia civil, aunque se aplacó cuando Paramount simulé quemar su negativo en la embajada de Washington. El filme desapareció de circulación por presiones del Departamento de Estado.
Entretanto, las autoridades alemanas se habían interesado por el rutilante ascenso de su estrella en Hollywood. Hitler adoraba El ángel azul, acaso porque mostraba la sumisión del intelectual a la ley del instinto. Cuando la actriz tuvo. que acudir a la embajada alemana en París, para prorrogar su pasaporte, el embajador, el barón Welczek, le pidió que se incorporase al cine alemán, en las condiciones que quisiera. Ella alegó como obstáculo su contrato con Paramount, pero dijo que aceptaría si Sternberg la dirigía en Berlín, sabiendo que los nazis no aceptarían jamás a un director judío. La represalia nazi llegó con la prohibición de La venus rubia, estrenada en Alemania en noviembre de 1932.
Luego, durante el rodaje en Londres de La condesa Alexandra, emisarios diplomáticos le repitieron la oferta, prometiendo convertirla en la primera estrella del cine alemán, rango que ostentaba anómalamente una sueca, Zarah Leander. La actriz, que ya había solicitado la nacionalidad norteamericana, declinó, y la prensa nazi atribuyó su nueva ciudadanía a la presión judía de la industria de Hollywood.
La guerra acabó por aclarar las cosas. A diferencia de Greta Garbo, acobardada hasta la parálisis por las hostilidades, Marlene fue una activista en el Comité antinazi formado por Ernst Lubitsch y Billy Wilder. Bajo los auspicios de la Oficina de Información de la Guerra emitió programas radiofónicos en alemán y francés dirigidos a los países sometidos al Eje. Y en 1942, según narra en sus memorias, su celo nocturno en la venta de bonos de guerra hizo que Roosevelt le advirtiera para que su actividad patriótica no se confundiese con la prostitución.
Con el grado de capitán actuó en los frentes de Inglaterra, Francia, norte de África, Italia, Checoslovaquia y la URSS. Estando en Túnez arrebató al enemigo su canción Lili Marleen, para convertirla en himno a la resistencia antinazi.
Y al producirse la unificación de Alemania, país que no pisaba desde hacía 30 años, dijo que estaba muy contenta ya que, a pesar del distancimiento, la sangre es más espesa que el agua. Su vida demostró que los sentimientos son más espesos que las patrias.
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