Luminosidad y misterio

Gabriel Moreno encaja bien en este tercer ciclo de la Tribuna del flamenco, titulado Armonías y dedicado fundamentalmente al cante considerado no gitano, bajo la advocación de don Antonio Chacón. Encaja bien porque, aun siendo gitano, su cante es pura melodía, dulzura, delicadeza exquisita. Su naturaleza gitana le confiere, por añadidura, jondura, rajo, ésa pena profunda que es siempre el cante y a la que él mismo aludió en la presentación de una de sus interpretaciones.Así, el cante de Gabriel Moreno es una síntesis muy bella de luminosidad radiante y misterio insinuado. Su voz es, quizás, la más ejercitada en el flamenco actual en un juego de tonos y matices nada fácil, en que llega a lograr registros de enorme sugestión. Todo esto y mucho más ofreció el cantaor en este recital, en el que estuvo particularmente afortunado y en el que hizo un recorrido por palos de las más dispares características, desde los que se cantan con plena libertad hasta los más rítmicos y sujetos a compás.

En todos ellos Gabriel Moreno se acreditó, una vez más, como intérprete excelente y profundamente conocedor de las peculiaridades de cada género. Si hubiera que señalar puntos culminantes en un recital de gran nivel, yo citaría las tarantas, las siguiriyas, las soleares y las bulerías finales. Si hubiera que poner algún reparo, indicaría al cantaor que se pasa en el elogio al público, que él se gana siempre con su buen cante sin necesidad de echarle piropos.

Carlos Pardo le hizo un acompañamiento ejemplar. Cantaor y guitarrista actúan juntos habitualmente y se entienden de maravilla.