"Lo tenía abierto como un libro"
"Tenía el corazón abierto como un libro". Ramón Vila, cirujano-jefe de La Maestranza sentenciaba un parte médico que relataba la trágica victoria de la muerte: Exitus letalis. Montoliú llegó prácticamente muerto a la enfermería. Cabatisto, número 27, 598 kilos, había hundido su pitón izquierdo en su abdomen hasta alcanzarle el corazón. Quienes llevaban al banderillero casi no podían con su cuerpo; un cuerpo inerte y un rostro sin vida: "Llevaba los ojos vueltos", comentaron empleados de la plaza. Eran las siete menos cuarto de la tarde. Diez minutos después ya se sabía que había muerto. Jesús Loscertales, catedrático de cirugía, adelantó la noticia. Salió de la enfermería, adonde llegó para ofrecer sus servicios, con el rostro marcado por la desgracia. "Ha muerto, tiene el corazón partido en dos. No se puede hacer nada", dijo. La noticia se hizo oficial cuando pasaban cinco minutos de las siete de la tarde. El secretario de la autoridad, Diego Martínez, confirmaba el fallecimiento. Los nervios y los llantos contenidos hasta entonces saltaron como un resorte. Los banderilleros Pedro Luis Revilla y Luis Miguel Villalpando se abrazaban entre llantos y sollozos. Manuel Campo Guareño culpaba a los autores del nuevo reglamento de la tragedia: "Esto se sabía". Curro Reyes, presa de los nervios, gritaba entre lágrimas: "Ha muerto por un toro que se ha ido sin picar". Alfonso Barroso, el picador de Manzanares, que fue desmontado dos veces por el toro, lloraba en silencio la muerte de su compañero en un rincón de la plaza."Desgraciadamente Montoliú ha muerto", Ramón Vila inició así, en los salones del Museo de la Maestranza, la lectura del parte facultativo que encabezaba el nombre del banderillero José Manuel Calvo Bonichón, Manolo Montoliú: "Herida inciso contusa por asta de toro en base y cara externa del hemitórax derecho, que rompe el diafragma, desgarra arterias suprahepáticas, rompe la base del pulmón derecho y cara superior del pericardio, atravesando ventrículo derecho y aurícula izquierda, rompiendo lóbulo superior del pulmón izquierdo, llegando hasta la base izquierda del cuello. Ingresa sin pulso, sin reflejos, y sin respiración espontánea. Se procede a toraxcotomía, intubación y maniobra de resucitación, sin que se pueda lograr en ningún momento la misma. Exitus letalis".
Vila comentó que el torero llegó casi sin sangre a la enfermería. "No llegó a reaccionar, estaba desangrado, sólo le quedaba un resto en las venas".
La capilla ardiente quedó instalada en la sala de prensa de La Maestranza, donde a las nueve de la noche se ofició una misa.
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