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23 días de mugre

El laudo del catedrático Carlos Palomeque da fin a un largo conflicto laboral-al margen del eventual conflicto jurídico que se avecina- que ha durado 23 días (se inició el 22 de marzo y concluyó el 15 de abril). Han sido 23 días ininterrumpidos de mugre.

El 21 de marzo, algo más de un millar de trabajadores se concentraban en Atocha -envueltos en decenas de pancartas- para enseñar los dientes a la patronal. La marcha terminó en la plaza de Jacinto Benavente.

Los manifestantes exigían una subida del 15%; la patronal sólo ofrecía un 4,5%. Comenzó la huelga. A medida que avanzaba marzo y entraba abril, Barajas, el metro y los colegios empezaban a semejarse a estercoleros. Los viajeros que llegaban al Madrid del 92 observaban un escaparate desolador. La crispación aumentó, y el conflicto, lejos de encontrar una solución, se recrudecía en abril, a la par que la suciedad se amontonaba en el aeropuerto y el metro.

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La negociación, en los primeros días de abril, estaba hecha añicos: las partes ni siquiera dialogaban. Protección Civil intentó, en medio de una bronca, higienizar Barajas y el metro. Paralelamente, los trabajadores se negaron a cumplir los servicios mínimos fijados por la Administración: sólo atendían lo imprescindible. Tras 23 días de huelga -cuando la diferencia entre lo que se pedía y se daba era ya de 1.000 pesetas- tuvo que intervenir el Gobierno para nombrar un árbitro. El 15 de abril, los trabajadores aceptaron la mediación y suspendieron la huelga, en espera del dictamen final.

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