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Ofensiva diplomática de Turquía en las repúblicas musulmanas ex sovieticas

Alentada por Washington, Turquía aceleró ayer a fondo en su carrera diplomática al otro lado del Cáucaso, y Asia central al enviar una misión de máximo nivel a las seis repúblicas musulmanas que emergen de las cenizas de la Unión Soviética en las fronteras de Irán. Al frente de una delegación de cerca de 200 funcionarios, parlamentarios, empresarios y periodistas, el primer ministro, Suleimán Demirel, lleva el mensaje de que Ankara es el socio clave para la reconstrucción política y el desarrollo económico en la zona.

Demirel difícilmente pudo haber elegido un inicio más simbólico en su gira de siete días. Su llegada a Tashkent premió el emotivo tributo que el presidente de Uzbekistán, Islam Karimov, rindió a Turquía durante una reciente visita a Ankara. Karimov proclamó entonces su total adhesión al modelo turco y con lágrimas en los ojos juró solemnemente que en el acercamiento a Ankara "no existe marcha atrás".La gira que llevará luego a Demirel a Azerbaiyán, Kazajstán, Kirguizia, Tayikistán y Turkmenistán es la primera de un jefe de Estado a la zona. Para subrayar la importancia que el Gobierno prooccidental de Ankara otorga al reencuentro con sus primos centroasiáticos, ayer la televisión turca inició sus transmisiones en la mayoría de los idiomas y dialectos de raíz turca usados por los aproximadamente 50 millones de habitantes de la región.

Ankara niega tener ambiciones imperiales en una zona que también ofrece a Irán idénticas, si no mejores, posibilidades de ampliar su esfera de influencia. Poco antes de partir, Demirel reiteró que Turquía quiere ayudar a las seis repúblicas en su transición a la democracia y a un desarrollo económico basado en el liberalismo. Turquía admite las dimensiones políticas de la empresa. "Estamos en una posición que nos obliga a asumir responsabilidades políticas dentro de una geografía que se extiende desde el Adriático hasta las fronteras de China", dijo Demirel el viernes.

Campaña cultural

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La gira corona la dinámica campaña cultural promovida por Turquía para sustituir el alfabeto cirílico por el latino a fin de rescatar y promover las lenguas de origen turco. Se da por descontado que Demirel regresará con una colección de acuerdos culturales que se traducirán en breve en un activo intercambio estudiantil.

Pero en el plano económico Demirel va a tener que ser extremadamente cauto. Con finanzas seriamente afectadas por la inflación y proyectos de expansión que dependen del improbable ingreso de Turquía en la Comunidad Europea, Ankara no está en condiciones de financiar el rescate de las nuevas repúblicas musulmanas. "Tenemos que ser cuidadosos para no dar la impresión de que Turquía puede solucionar todos sus problemas económicos", declaró hace días el ministro turco de Exteriores, Hikmet Cetin. "No debemos contraer compromisos que no podamos cumplir".

Parentesco cultural

El fin de la guerra fría y el colapso del comunismo han eliminado el valor estratégico de Turquía como aliado ideológico de Occidente, centinela del mar Negro y miembro de la Alianza Atlántica. Su carta principal es hoy el parentesco étnico y cultural con el Transcáucaso y Asia central.

El Gobierno de Ankara claramente no va a dejar pasar las oportunidades abiertas por esta nueva coyuntura geopolítica: en una declaración que reafirma la intención de convertir Turquía en puente entre Asia central y Occidente, el ministro Cetin dijo la semana pasada que Turquía y Estados Unidos ya están analizando proyectos conjuntos para ofrecer créditos a las repúblicas musulmanas.

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