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El sector antirreformista del PRI mexicano ataca al 'poder en la sombra' de Salinas

El forcejeo que mantiene el presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, dentro del Partido Revolucionario Institucional (PRI) por transformar esta organización y hacer de ella un partido moderno que encare las grandes reformas que se están gestando en el país ha provocado un fuerte contraataque del sector antirrenovador contra la fibra más sensible de su Gobierno, el vicepresidente en la sombra José Córdoba, el segundo hombre más poderoso de la política mexicana.

Una supuesta caída de Córdoba, a medio o largo plazo, representaría una quiebra en la consolidación del salinismo como fenómeno que está cambiando la política mexicana. Este político representa, junto a la mayoría del Gabinete de Salinas, a la nueva generación que se impone en el PRI y que intenta cambiar por dentro un partido de 63 años al que un sector del electorado asocia a la corrupción y a las maniobras de política sucia. Su condición de nuevo mexicano le impide constitucionalmente aspirar a la máxima instancia de la república. Córdoba, hijo de exiliados españoles afincados en Francia y súbdito mexicano desde hace tan sólo siete años, cuenta con el apoyo absoluto de Salinas, pero su inmenso poder y la desconfianza que genera su reciente cambio de nacionalidad tienen levantado a ese todavía amplio grupo inmovilista del PRI que va perdiendo sus privilegios y vicios históricos. Pese a que se trata de un hombre que pasa casi absolutamente inadvertido en los grandes actos públicos de la política mexicana y que los periódicos rara vez se encargan de llevar a titulares, José Córdoba, de 41 años y nacido francés, es el brazo ejecutor de Salinas. Se le adjudican no sólo las tareas de coordinación del Gobierno, sino grandes decisiones ligadas a la presidencia de la República, como el futuro ingreso de México en la OCIDE, y las grandes reformas de este sexenio.

Ya hay recelos por la intervención directa de Córdoba en la negociación del Tratado de Libre Comercio con Canadá y EE UU, la modernización constitucional, la búsqueda de capital extranjero para sanear la economía nacional, las negociaciones con la oposición o el mantenimiento de una línea abierta con EE UU, Francia y España. Han surgido recelos no sólo ya en ese sector inmovilista del PRI que busca ahora su cabeza, sino entre algunos veteranos priístas del Gabinete que se sienten interferidos.

Sintonía con Salinas

Córdoba es un hombre respetado en las altas esferas de la política mexicana, porque se supone que sus decisiones están en sintonía con el pensamiento de Salinas. Sin embargo, en otros sectores políticos se sospecha que su influencia sobre el presidente le permite que muchas de las decisiones de éste sean originariamente las suyas. Córdoba y Salinas, además de amigos personales, vienen trabajando juntos desde 1980, desde que el hoy presidente asumió la dirección de Política Económica y Social de la Secretaría de Hacienda. La primera andanada pública contra Córdoba vino del semanario Proceso, de matiz izquierdista e ideológicamente afín al líder opositor Cuauhtémoc Cárdenas. Proceso coincide en su análisis de este hombre del Gobierno de Salinas de Gortari con la cadena de críticas que estos días se están produciendo a media voz en México desde los sectores reaccionarios del PRI, atrincherados porque están siendo eclipsados en cuanto a cotas de poder por los hombres del presidente. Estos son los casos de Luis Donaldo Colosio, nombrado recientemente secretario de Desarrollo Urbano y Ecología, y de Genaro Borrego Estrada, nuevo presidente del PRI, cargo en el que sustituye al anterior. Ambos, al igual que los candidatos a gobernador de Veracruz y Aguascalientes, son hombres de confianza de Salinas.

Proceso, además de cuestionar la constitucionalidad de su antigüedad priísta por no haber obtenido aún la nacionalidad mexicana cuando se afilió, califica de "fulgurante y extraña" la carrera política de Córdoba, que fue asesor del Ministerio de la Reforma Agraria de Argelia y hombre de confianza de Jacques Attali, ex asesor del presidente francés François Mitterrand.

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