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El mercurio de las amalgamas dentarias no es nocivo, según los especialistas

No hay ninguna prueba científica que respalde la idea de que las amalgamas que utilizan los dentistas para el relleno de cavidades en la boca tengan consecuencias perjudiciales para la salud y, por tanto, no hay ninguna razón para dejar de seguir usándolas. Ésta es la conclusión de una conferencia de investigadores realizada recientemente en Estocolmo, en la que participaron, además de médicos suecos, otros procedentes de países de Europa, Estados Unidos y Canadá. Aunque las investigaciones prosiguen, la exhaustiva información reunida en la conferencia ofrece la seguridad de que la conclusión resulta incontrovertible, a menos que nuevos hechos probaran lo contrario. El consenso de los investigadores pone así fin a una polémica surgida en los últimos años en distintos países sobre los efectos negativos supuestamente provocados por la liberación del mercurio contenido en las amalgamas.

La polémica surgió cuando algunos especialistas sospecharon que el mercurio podría producir un envenenamiento de ciertas partes del organismo que, a largo plazo, podía manifestarse por diferentes síntomas y enfermedades.

Según los expertos, el cuerpo puede recibir como máximo 10 microgramos por día de mercurio procedente de las amalgamas, lo que resulta una dosis demasiado pequeña para poder causar trastornos, ya que los valores límite fijados por la Organización Mundial de la Salud son de 45 microgramos por día.

Una explicación de ello es que el mercurio procedente de las amalgamas se elimina en buena medida por vía intestinal sin fijarse en ningún órgano. Lo que sí puede provocar el mercurio son reacciones alérgicas, pero son muy poco frecuentes.

La legislación sueca permite que si un paciente demuestra mediante exámenes médicos que la enfermedad que padece puede estar provocada por las amalgamas, tiene derecho a la eliminación de éstas sin costes de su parte. Según los expertos reunidos en la conferencia, se trata de una concesión por la presión de la opinión pública que no se justifica médicamente.

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