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Los ministros de finanzas del G-7 analizan hoy la crisis económica y el desacuerdo en el GATT

ENVIADO ESPECIALos ministros de Finanzas de los siete países más ricos del mundo (Estados Unidos, Japón, Alemania, Canadá, Francia, Reino Unido e Italia) se reúnen hoy en Washington en un clima enrarecido tras el fracaso continuado en las negociaciones sobre comercio para cerrar la Ronda Uruguay. La situación de debilidad de la economía mundial y el reciente enfrentamiento entre los Gobiernos norteamericano y alemán sobre la estrategia y el momento de reactivar sus economías estará presente en esta cumbre del G-7, que volverá a estudiar las ayudas a Rusia y otras repúblicas de la antigua Unión Soviética. También el comité interino del FMI, que preside el lunes Carlos Solchaga, analizará la situación rusa.

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La agenda de los ministros de Finanzas está, en esta ocasión, especialmente repleta de asuntos polémicos. Después de largos meses de debate sobre el alcance real de la crisis económica, el G-7 tiene ya los datos suficientes como para reconocer que aunque no se pueda hablar exactamente de una recesión, la situación es mucho más grave de lo que inicialmente se calificó como un ciclo económico bajista.El informe de primavera del FMI ha puesto en evidencia la debilidad de los países industrializados -que no consiguieron hacer crecer sus economías lo suficiente como para evitar la destrucción de empleo en 1991- y las previsiones han tenido que rebajarse hasta la mitad, ante la evidencia de una crisis más intensa de la esperada. A pesar de todo, los expertos insisten en que la recuperación se producirá en 1993, aunque todavía persisten algunas incógnitas sobre el poder de respuesta de algunos de estos países, especialmente Alemania y Japón.

A la frialdad de las estadísticas, hay que añadir el colapso de la Bolsa de Tokio durante la últimas semanas, que ha hecho temer a los analistas internacionales una crisis económica y financiera de más envergadura en Japón, cuyas perspectivas de crecimiento han caído en picado para 1992 -se espera un crecimiento del PIB del 2,2%, frente a un 4,5% en 199 1-La situación del Japón preocupa especialmente en Estados Unidos, ya que temen una nueva ofensiva comercial exterior nipona que evite los efectos de la paralización económica.

Son precisamente los temas comerciales los que más polémica han levantado entre los miembros del G-7. El fracaso continuado en las conversaciones para cerrar la Ronda Uruguay -lleva 16 meses de retraso, ya que debía haber concluido en diciembre de 1991- está siendo motivo de enfrentamiento continuo entre los distintos bloques económicos del mundo. El propio director ejecutivo del FMI, Michel Camdessus, llamaba la atención el pasado jueves sobre este retraso y condicionaba la recuperación económica al cierre de las negociaciones en el seno del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio).

Un largo camino

El GATT comenzó a funcionar en 1947 y ha conseguido, a lo largo de los años, reducir el comercio sometido a trabas tarifarias del 40% a tan sólo el 4%. Sin embargo, con la Ronda Uruguay no se ha logrado acabar con las tarifas pendientes, que afectan a 108 países de todo el mundo y mantienen abiertas 15 negociaciones diferentes. De ellas, el tema agrícola es el que más dificultades de acuerdo presenta, por la negativa de la Comunidad Europea a reducir los subsidios a la velocidad que piden Estados Unidos, Japón y buena parte de los países productores en vías de desarrollo.

Desde la cumbre de jefes de Estado y Gobierno del G-7 en Houston (julio de 1990), los responsables del club de los ricos vienen urgiendo el cierre de esta ronda de negociaciones, cuyos plazos han tenido que prorrogarse en varias ocasiones. La siguiente reunión -Londres, julio de 1991- tampoco consiguió desbloquear las conversaciones, que han seguido chocando con los mismos problemas en el seno del GATT. Los dirigentes mundiales insisten ahora en que la próxima cumbre, que se celebrará en julio en Munich, es realmente la última oportunidad para alcanzar un acuerdo. Este nuevo ultimátum ha resultado poco creíble, una vez más, por el especial ambiente de desacuerdo que existe en la actualidad.

Ese clima de desacuerdo, e incluso de tensión, se ha trasladado a otros asuntos de gran importancia para las relaciones entre los países ricos. El último de ellos es la discusión, esta misma semana, entre EE UU y Alemania, sobre la conveniencia de que el gobierno de Bonn modifique su política económica y asuma el papel de locomotora de Europa.

Para ello, Alemania tendría que acometer una dura reducción del déficit público -algo impensable a corto plazo por la digestión del proceso de unificación de las dos alemanias-, que le permitiera controlar la inflación sin mantener los tipos de interés tan altos.

Desde Bonn, varios asesores del canciller han respondido a las peticiones de Estados Unidos con una negativa a flexibilizar su política monetaria. La discusión seguirá hoy mismo entre los ministros de Finanzas del G7.

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