El alcalde y tres altos funcionarios obligados a dimitir por la catástrofe del martes
El alcalde y tres altos funcionarios del Ayuntamiento de Guadalajara han sido obligados a dimitir de sus cargos después de que el presidente mexicano, Carlos Salinas de Gortari, diera un plazo de 72 horas para conocer las causas y los responsables de la catástrofe ocurrida el martes en la capital tapatía. Hasta ahora han sido contabilizados casi 250 muertos y más de 1.500 heridos. Salinas daba respuesta así al clamor general de toda la República mexicana que pide castigos al comprobarse que hubo negligencia criminal en este dantesco suceso que ha dejado en ruinas a la populosa colonia de la Reforma en la ciudad de Guadalajara.
Tres días después del terrible accidente siguen sin saberse las causas de las explosiones subterráneas que han convertido parcialmente a Guadalajara, la segunda ciudad más importante de México, en una montaña de escombros, con los cementerios a rebosar, los hospitales atestados de heridos y más de 4.500 personas sin hogar. Salinas, en mangas de camisa y visiblemente enojado, visitó la zona afectada y exigió una enérgica y rápida investigación que deberá estar sobre la mesa de su despacho el domingo por la mañana. La incompetencia que se vislumbra entre los responsables de la ciudad parece hallarse directamente unida a las consecuencias de la catástrofe.La primera reacción a la advertencia presidencial fue la llegada a Guadalajara en la noche del jueves del procurador general de la República, Ignacio Morales Lechuga, que hasta las 5.30, hora local (13.30, hora peninsular española), ha estado interrogando a decenas de funcionarios públicos e industriales que inicialmente han sido vinculados a las explosiones de gas. Entre ellos figuran el presidente de la fábrica de aceites La Central, José Morales Doria, y el jefe de bomberos, Trinidad López Rivas. Ambos regresaron a sus domicilios sin cargo alguno.
Según algunas investigaciones, la fábrica La Central, que emplea gas hexano para la manipulación de sus aceites, podría quedar exenta de responsabilidades ya que mantiene intactos los 60.000 litros que almacenaba antes de las explosiones, y parece que es "técnicamente imposible", a tenor de lo expresado por sus directivos, que el escape proceda de su factoría.
Ahora la investigación se centra en la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), que ayer ordenó el cierre de varias de sus instalaciones al detectarse un nuevo escape, esta vez de gasolina, que volvió a sembrar el pánico entre la población.
Pemex y la aceitera La Central han entrado en una cruel guerra de acusaciones ante la falta de datos que permitan esclarecer de dónde emanó el gas mortal que acabó con 13 kilómetros de calles y más de 20 de manzanas y edificios. Pero esta guerra también se ha extendido a los funcionarios públicos. El gobernador de Jalisco, Guillermo Cosío, se autodeclaró inocente al justificar, con un viaje de trabajo a la capital mexicana, su ausencia de Guadalajara ante! y durante la explosión, pero culpó de negligencia a tres altos funcionarios: Gualberto Limón, director del suministro de agua potable y alcantarillado; Trinidad López, jefa de bomberos, y David Aftimas, jefe de los servicios generales del Ayuntamiento. Los tres han sido forzados a dimitir bajo la fórmula de presentar licencia temporal, mientras duren las investigaciones, de abandono de sus cargos.
A estos tres funcionarios se les acusa de no haber tomado en serio las denuncias de los vecinos previas a la explosión, que advertían de un escape de gas en la zona posteriormente destruida, y, por consiguiente, no haber ordenado la evacuación de la población. Junto a estos funcionarios ha presentado también su dimisión, con la misma fórmula que los anteriores, el alcalde de Guadalajara, Enrique Dau, que llevaba sólo 22 días en el cargo. Éste, que ha rechazado también públicamente cualquier responsabilidad en la prevención del suceso, ha sido, sin embargo, emplazado por el gobernador Cosío a dar una inmediata respuesta a la catástrofe por ser el máximo responsable de la ciudad.
Mientras llueven las acusaciones y las declaraciones de inocencia, Guadalajara continúa sumergida en las más trágicas escenas de dolor.
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