Y luego ¿qué?
5 de Abril '92.- Queridos biznietos: venía yo volviendo, hacía un par de días, de una tediosa junta de Médicos de la Demencia Comunal, a la que me habían llamado a consulta, no sé para qué, y al pasar el tren de al lado de los barrancos de basura de los conglomerados urbanos, en medio de nuevos bloques de nichos de más allá de los basureros, al pasar por los campos cubiertos de cadáveres de autos desvencijados y herrumbrosos, al tiempo que se cruzaba con el nuestro un larguísimo tren cargado de nuevos autos para vender por ahí con destino a los cementerios del futuro, me quedaba entonces pensando con compasión en vosotros, viditas mías: os veía ajetreados, sudorosos, penando con mil ingenios y herramientas de limpieza, tratando de ver cómo aniquilar toda la basura con que os habíamos dejado atestado el mundo, encontrar prensas hidráulicas potentes para aplastar toda la chatarra de autos y demás engendros de la inutilidad y dejarla reducida a bloques que, si no servían para nada, pudieran volverse a hundir en las entrañas de la tierra o, si lo encontrábais, algún abismo en medio de los océanos, adonde pudieran vomitarse junto con los cascotes descomunales de cemento y plástico que ibais tratando de destruir tan afanosamente y de hundirlos en el polvo y el olvido.Así andaréis seguramente, retoños de mis pecados: y cuando estéis en esa labor interminable de destrucción y de limpieza (se me ocurría), ¿vendrá todavía algún prudente varón por detrás a tocaros en el hombro y a deciros
"Pero, vamos a ver, esperad un poco: bien está barrer, es fácil; destruir, muy bien; pero ¿qué vais a poner en el lugar de lo que estáis barriendo?, ¿tenéis alguna alternativa que proponer, algún proyecto de mundo que reemplace al que estáis tan desaprensivamente demoliendo?".
No sé si quedará por ahí, entre las ruinas aparatosas de este mundo, alguno de tanta cara y tan mala leche como para volveros a repetir esa monserga; pero aquí nos la seguían endilgando tantas veces, con tal mala sombra y tan estólida tozudez, que sólo imaginarme que pudieran todavía veniros a vosotros con las mismas, a entorpeceros las manos y los corazones, pimpollos de mi perdición, se me abrían las carnes de carámbanos, y tenía que escribiros urgente para preveniros de semejante cosa y ensefiaros cómo poner oídos sordos a esas insidias de la sensatez. ¿No iba a servir de nada lo que aquí nos habían machacado y entorpecido con esa historia?
¡La puta gracia, si vierais, de ésos que se creían hombres prácticos, que, nada más empezar uno a maldecir y deshacer, a tantear fórmulas afiladas y eficaces para esclarecer las mentiras y aserrar las viscosas rejas de la cárcel, te soltaban enseguida "Bien, pero no se quede usted así en lo negativo. Habrá alguna alternativa, hombre. ¿Cuál es la alternativa?"
Pues, por si. acaso todavía os sale al paso algo de eso, tenía que animaros a responder sin más "¿Alternativas? ¡Tu padre!", o más bien irguiendo el antebrazo ante la cara del positivo y alternativo en un corte de mangas suntuoso, o mejor aún, haciendo vibrar el dedo medio entre los otros, en una mágica higa que lo hiciera escapar tambaleándose a sus escondrijos.
Es lo que debió de hacer David, cuando estaba volteando la honda, a ver si le acertaba en algún punto sensible a Goliath, y se le acercó una comisión de militantes de la resistencia organizada diciéndole "¡Alto, alto! Tú sabes que ese gigante, al que ciertamente todos odiamos, cumple sin embargo en esta tierra unas funciones esenciales, en cuanto que mantiene debidamente amedrentados a los rebeldes sin causa y les hace acogerse al amparo del Poder constituido, y en cuanto que permite a las madres tener a raya a sus críos diciéndoles que viene Goliath, cuando quieren escaparse de la catequesis o ir a robar algún chorizo de carne impura de la casa de los infieles. Así que, entonces, si lo derribas, ¿cómo vamos a remplazarlo? ¿Qué alternativa tienes prevista para que sus funciones, en la sociedad postgoliáthica, se mantengan como Dios manda?".
Lo positivo aniquila
Pero vosotros ya lo habréis sentido bien, duendecillos buenos: no es sólo que no tengáis que sentiros obligados a proponer alternativa ninguna para cuando terminéis con esa limpia obra negativa de la destrucción (que ¡tela os queda para rato, barrenderillos de nuestras. miserias!) no sólo eso, sino que (sólo se defiende el que ataca) tenéis que saber decir claramente que es justamente esa pretensión de lo positivo y de proyectos de mundos sustitutivos lo que de veras paraliza y entorpece vuestras manos y vuestros ingenios. para la tarea urgente, clara y al alcance de vuestras manos: que vosotros habéis entendido y padecido cómo era que la destrucción de la tierra, de la vida, de la razón, se venía practicando por medio tan sólo de la costrucción; que la costrucción era el medio de la destrucción; que la negación de cualquier placer o sentimiento se hacía, no negativamente, sino positivamente, por la imposición implacable de los sustitutos del placer y del sentimiento.
Así que, siendo lo costructivo lo que nos mata, siendo lo positivo lo que nos aniquila, no caeréis nunca en la ilusión de usar esas mismas armas para otra cosa que para lo que de hecho sirven. Pero, por si estas fórmulas de razón podían seros útiles todavía, andaba yo machacando hoy todavía en las teclas de la máquina, y aquí os las dejaba escritas:
Que el Futuro es todo de Ellos (vosotros sois su contrafuturo, vidas mías), y mediante el Futuro conseguían lo que querían: que nunca se hiciera más que lo que estaba hecho (proyectado, sabido de antemano), que nunca pasara más que lo ya pasado.
Y que Ellos sabían cómo se fabrica el Tiempo, el tiempo vacío; y que, procurando que en sus reuniones, políticas, culturales y hasta amorosas, no se tratara más que de proyectos y futu,ros, que era lo práctico y positivo, conseguían por lo pronto que los asistentes se hundieran en el aburrimiento, en el bostezo aniquilador del Tiempo, que así no se les ocurriera ya nada imprevisto y no contado en el Futuro.
Y que, cuando las facultades están, como decían vuestros tatarabuelos, alienadas bajo el imperio de Estado y Capital, también lo está la imaginación, y nadie puede desde aquí tener honradamente idea de alternativa alguna, imaginar otro mundo que sea verdaderamente otro, que no sea la repetición de éste. Porque eso otro no se imagina ni se planea: eso, sencillamente, se hace; y lo más, arroyuelos de mis olvidos, el recordar, el recordar a veces, como entre nieblas, puede ser el aliento y motor para irlo haciendo; o sea, como era de suponer, justamente al revés de lo que nos contaban.
Y que "No hay camino", como se cantaba en una canción (de un hombre tan cualquiera que acertaba a hablar a veces como pueblo) que espero que haya llegado hasta vuestros oídos: "se hace camino al andar"; y para hacer camino, la primera condición es que no lo haya.
Y que todo esto que respondáis no es pesimista, no; ni es optimista tampoco: porque 'optimista' y 'pesimista' son ambos la misma cosa, puesto que ambos implican el futuro, que es, como sabéis, la muerte, también llamada a veces gloria eterna; pero que tampoco es triste ni nada; porque alegría, y alegría para hacer cosas que no estén hechas, es algo que viene a veces del recuerdo; no de la Historia: de un recuerdo de antes o de fuera de la Historia.
Y que sí, que ya sabéis vosotros, que, para mover masas, para hacer clientes, para motivar a los militantes de la base, es preciso darles futuro y planes y alternativas; pero que eso es para mover Masas o Personas, pero no son Masas ni Personas lo que puede hacer algo que no esté hecho, sino esa otra cosa que es pueblo, que no se sabe lo que es eso, pero que se sabe que no es ni Masa ni Persona; así que, en tal caso, a vosotros ¿quién coños os va a andar todavía mandando motivar masas, ni clientes, ni militantes?
Y que, en fin, para decir NO, para decir la falsedad de lo que es falso, no hace falta tener verdad ninguna; que vosotros no la tenéis, y sin embargo estáis diciendo NO a la muerte y tratando de hacer algún camino por entre las ruinas y los escombros de la mentira.
Pero bueno, seguro que todo eso, cachorros de mi nada viva, lo sabréis y lo diréis y lo haréis mejor que yo vosotros, si no por los diablos, por lo viejos: porque sois, tiernas criaturillas de mi limbo, porque seréis más viejos en este mundo.
A la frescura de vuestras heridas, una vez más, estos besos perdidos con las palabras por el aire.
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