El 'Quijote' de Scaparro no llenó el teatro Lope de Vega
Tras la gala neoyorquina y la media docena de representaciones en Roma (veáse EL PAÍS del pasado 9 de marzo) y Nápoles, respectivamente, el Don Quijote (Fragmentos de un discurso teatral, como reza el subtítulo) de Rafael Azcona y Maurizio Scaparro, llegó a Sevilla. El espectáculo, interpretado por una pareja de campanillas -Josep María Flotats (Don Quijote) y Juan Echanove (Sancho Panza)-, se estrenó oficialmente la noche del martes en el Lope de Vega.La función fue un éxito, a juzgar por los gritos de ¡bravo! ¡bravo! y la interminable salva de aplausos con que el público, puesto en pie, acogió, el final del espectáculo, de cerca de dos horas de duración, sin entreacto.
El ritmo sigue siendo lento, más lento que en la primera función romana -se estrenó el 6 de marzo, en el teatro Valle de Roma-; hay que arañarle 10 minutos al espectáculo. Falta, sigue faltando magia: el fantástico carro de mulas de la compañía de cómicos de Angulo el Malo tiene que asomarse al escenario con la misma magia, con la misma emoción, con el Cachorro se asoma y cruza el Postigo del Aceite.
La luz se tambalea: Teo Escamilla, el responsable del diseño de las luces, en un comunicado a los papeles, dice desentenderse de ese tambaleo. Según Escamilla, no se le han dado los medios necesarios para hacer sus luces. Las luces, en el Lope de Vega, las puso el director, Scaparro. Como supo y pudo.
Lo que más llamó la atención del comentarista en este estreno sevillano de Don Quijote (última función el 26 de abril) fue que el teatro no se llenó.
No fue, ni de lejos, el escándalo de La Gallarda.(unas 300 localidades ocupadas sobre las 500 previstas para el estreno), pero lo cierto es que no llegó a llenarse. La razón es sencilla y clama al cielo: los teatros sevillanos no gozan de la debida autonomía en lo referente a la venta de sus localidades.
No hay un solo cartel anunciando el Quijote, de Escaparro, en Sevilla, y muchos acuden al teatro cuando estas localidades sobrantes no han sido todavía puestas a la venta, y se encuentran con un cartel que dice: "No hay localidades" o, simplemente, con la ventanilla que permanece cerrada.
La tarde del martes, día del estreno sevillano de Don Quijote, llegaron a la taquilla del Lope de Vega alrededor de 250 localidades para ser vendidas, pero el público, con la calor, ya no hacía cola.
Entonces, los responsables del teatro llamaron por teléfono a los amigos, para se llenase el teatro, pero ni aún así lo consiguieron. Una vergüenza.
Babelia
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