"Sin utopía estás en manos del poder"
"Sin utopía, la vida sería un ensayo para la muerte", canta Joan Manuel Serrat en su último disco. Han pasado 27 años desde que se publicó Una guitarra, su primer traba o; 26 desde Ara que tinc 20 anys; 25 desde CanVo de matinada; 24 desde La, La La; 23 desde A Antonio Machado... En total, más de 30 discos de aquel niño del barrio del Pueblo Seco barcelonés que acaba de cumplir 48 años. Y que sigue con la utopía como compañera de, viaje. "Si uno tiene que resumir todo el trabajo en un título, Utopía me parecía el más adecuado", dice Serrat. "Prefiero hablar de la utopía que de cualquier otro tema, porque la carencia de utopías es muy grande y en los últimos 15 años a muchos nos han servido para saber donde estábamos situados. Con la pérdida de estas utopías hemos aprendido algo, pero ha quedado un gran vacío al no haber sido capaces de rellenar estas pérdidas con nuevos proyectos. La utopía significa el sueño colectivo y si este sueño no existe, la gente se desmigaja, se encierra en células y se vuelve más individualista y depredadora. Y aparece el miedo y la insolidaridad, estás más indefenso, eres menos generoso, más cobarde y, por tanto, más vulnerable. Sin utopías estás a merced de lo que el poder decida imponer en cada momento. Estás en sus manos".
Dos años y medio han transcurrido desde la publicación de su anterior disco, Material sensible, y a Joan Manuel Serrat parece que el silencio le ha dado ganas. Este año, una gira de siete semanas por América Latina precederá a los cuatro meses de actuaciones españolas en grandes aforos -"anfiteatros y plazas de toros, evitando estadios de fútbol" dice el cantante-, para regresar después a Venezuela, Puerto Rico, Santo Domingo, México y Estados Unidos, y finalizar en España a principios de 1993 con recitales en teatros. Un año apretado.
"Necesito salir" explica Serrat. "Sigo en este oficio porque es mi profesión y dependo de ella, pero sobre todo porque me gusta el escenario y viajar, volver a los sitios conocidos y descubrir otros nuevos. Necesito gentes, paisajes, olores, climas, comidas... He tardado dos años y medio en publicar Utopía porque soy muy alcahuete y me gusta hacer cosas distintas. Me gusta escribir de ciclismo, retransmitir el Tour de Francia, inventarme un programa como La radio con botas o hacer alguna cosa de televisión. Es una vocación de comunicación, de la que la música es una parte. No creo demasiado en las vocaciones a priori y estoy en la canción por casualidades de la vida. Sigo descubriendo la vocación constantemente y aunque he pensado muchas veces en retirarme, nunca me lo he tomado demasiado en serio porque hay algo más fuerte que me impulsa a seguir".
Es quizá el mismo impulso que anima a otros cantautores de su generación, menos afortunados que Serrat, a seguir en la brecha, y a los que el artista catalán defiende vehementemente. "No puedo quejarme de nada, pero me duele de lo que les sucede a compañeros como Quico Pi de la Serra, Javier Krahe, Pablo Guerrero o Luis Pastor, maltratados en un país que demuestra su falta de capacidad para aceptar un abanico de músicas con calidad, y que tiene la necesidad de seleccionar constantemente sus amores y desamores. Y este maltrato no tiene visos de cambiar, porque parece que vamos a un mundo más selectivo, intransiguente, duro y sepulturero".
Cariño entrañable
"Y se sacuden la nostalgia y el olvido/ y se ventilan mientras les llega la hora/ en que los caprichosos dioses de la moda/ les reclamen de nuevo entre los elegidos,", canta Serrat en Cuando duerme el rock and roll, canción incluída en Utopía. "Si uno quiere ser moderno lo mejor que puede hacer es quedarse quieto. Siempre llega un tiempo para que las cosas se recuperen aunque a lo peor, cuando se produce esta recuperación el recuperable ya no existe. En Francia y en Italia, el cariño hacia los artistas populares es entrañable. No los echan de casa cuando ya no les sirven".Y Serrat termina alabando del trabajo de Kifflus en los arreglos del disco y hablando de sus sueños particulares: "La única posibilidad de ser profundamente individual es ser solidario, de la misma manera que para ser internacional hay que ser profundamente provinciano".
Babelia
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