La Expo 92 abre hoy con la vista puesta en 1993
La Exposición Universal de 1992 será inaugurada hoy en Sevilla y le será ofrecida al Rey como primer impulsor de la idea. La obra, que ha costado 200.000 millones de pesetas, está acabada del todo, aunque se va a cumplir la profecía del primer comisario regio de la muestra, el embajador Manuel Prado y Colón de Carvajal: "La Expo se abrirá a tiempo. Los pintores se irán por un lado y los Reyes entrarán por el otro".
El gran reto ahora es que la isla de la Cartuja, el erial donde comenzó esta obra en enero de 1987, funcione en 1993, cuando se ponga en marcha el programa de posterior uso cultural y tecnológico del recinto. El Rey la declarará inaugurada a las 12.15 de hoy.Las puertas de la exposición se abrirán a las nueve de la mañana. Un mecanismo de control, ayer relativamente relajado en un clima de euforia previo al 20-A, dejará fluir sucesivamente al público y a los 1.800 invitados del Rey. Estos últimos se acomodarán con los Reyes en la carpa contigua al pabellón real.
El complicado sistema protocolario que se ha seguido para otorgar estos pases de honor no preveía que muchos de estos invitados vinieran con acompañante y ayer se ajustaban los asientos para que no se produzcan agravios de última hora.
El público en general no estará en esa carpa, pero podrá seguir la ceremonia a través de distintas pantallas situadas en el recinto. La Expo le será ofrecida al Rey en algunos de los discursos como cumplimiento de un objetivo que don Juan Carlos I se marcó en mayo de 1976, al inicio de su reinado.
Equilibrio político
El propio monarca cerrará, poco antes de las 12.15, una serie de parlamentos cuya frecuencia, como la propia Expo, está pensada para cubrir el objetivo de un cierto equilibrio regional y político: además del comisario de la Exposición, Emilio Cassinello, y el presidente del Bureau International des Expositions, Robert Inglish, hablarán en el acto el presidente del Gobierno, Felipe González; el alcalde de Sevilla, Alejandro Rojas Marcos; y el presidente andaluz, Manuel Chaves. Salvadas las reticencias de estos años y algunos dimes y diretes de última hora, Sevilla ha asumido por completo una exposición que la ha dotado de una ciudad nueva, de nueve puentes nuevos, de dos nuevas vías de circunvalación, de la prolongación de su aeropuerto, y que ha traído hasta el mismo recinto de la Cartuja el tren de alta velocidad, que ha puesto a Sevilla a 3 horas menos 10 minutos de Madrid. Además, mañana será festivo en esta ciudad, que acaba de salir de la Semana Santa.
Los responsables de la Expo consideran que la obra está acabada, y que sólo queda por hacer, en el entorno del recinto, el último tramo oeste de la circunvalación de Sevilla. Como decía ayer Ginés Aparicio, director general de Proyectos y Construcciones de la muestra, "sólo quedan chapucillas y varios".
Durante años se dijo que la Expo se abriría tarde y mal. "Que una obra tan compleja se acabe a tiempo en las condiciones en que se ha hecho debe servir de satisfacción y de punto final al dichoso complejo de inferioridad que aquella desconfianza demostraba", afirmaba ayer Aparicio. Se cumple así lo que hace dos años aseguraba el primer comisario de la Expo, Manuel Prado y Colón de Carvajal: "La Expo se abrirá a tiempo: los Reyes entrarán por un lado y los pintores se irán por el otro".
Para cumplir el objetivo al que se llegará esta mañana, la Expo ha empleado, en las épocas cruciales, a 9.000 trabajadores, que se han unido en horarios corridos a los casi 2.000 técnicos cualificados que han formado parte del equipo dirigido en un tiempo por el comisario Manuel Olivencia y el presidente Jacinto Pellón y después por éste y por el comisario Emilio Cassinello, que es el que entrega la muestra.
Olivencia, que cesó en sus funciones en septiembre del año pasado, es una ausencia significada en la ceremonia de hoy: el catedrático está de viaje de trabajo en el extranjero.
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