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El Gobierno vasco, expectante ante la jubilación del episcopado que hizo la transición en Euskadi

La Iglesia vasca de la transición política está a punto de jubilarse. La inexorable proximidad de la frontera de los 75 años para los obispos de las diócesis del País Vasco y Navarra -salvo el de San Sebastián, José María Setién (64 años)- provoca una honda expectación en Euskadi. Esta alerta se percibe sobre todo en círculos dirigentes del PNV y del Gobierno autónomo, identificados con los obispos que propusieron el cardenal Tarancón y el nuncio Dadaglio y ungió Juan Pablo II poco después de la muerte de Pablo VI. Todos los prelados que habrán de afrontar el retiro han nacido en Euskadi. Ahora se comenta en círculos eclesiásticos que otros aires ventean en el Vaticano.

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Setién y el año 2.003

Algunos nacionalistas vascos y significados ambientes católicos expresan su inquietud, privadamente, ante una posible pérdida de sintonía entre dos fuerzas que siempre han ido de la mano.José María Cirarda, arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela desde 1978, es el primer prelado en cumplir los 75 años. Increpado por algunos fieles por su supuesto vasquismo cuando oficiaba las primeras misas de su pontificado en Navarra, Cirarda, nacido en Bakio (Vizcaya), cumplirá la edad de retiro el próximo 23 de mayo. Luego, durante el primer semestre de 1993, llegará la edad de la jubilación para los titulares de las diócesis de Vitoria y Bilbao. José María Larrauri, titular de la capital alavesa, donde nació, cumplirá 75 años el 4 de marzo de 1993. Su compañero de Bilbao, Luis María de Larrea, lo hará un mes después, el 19 de abril. Los dos comenzaron en 1979, año en que también lo hizo José María Setién (Hernani, 1928) en San Sebastián.

Son los cuatro prelados de la transición política española en el País Vasco y Navarra. Por ello, y pese a pertenecer a provincias eclesiásticas diferentes (Bilbao y Vitoria dependen de Burgos y San Sebastián de Pamplona), han desarrollado una labor pastoral conjunta. "Allí donde haya una unidad natural y socio-cultural con problemas pastorales afines, conviene que exista una unidad de acción pastoral. Por eso abogamos por unirnos a la provincia eclesiástica de Pamplona. Esta unión jurídica y canónica no se daría sin el respaldo de lo que ya existe: hay una intensa comunicación pastoral en todos los terrenos pastorales, como seminarios, liturgia y Cáritas", declaraba José María Uriarte en 1982, entonces obispo auxiliar de Bilbao. La jerarquía vasca no ha conseguido la autorización de Roma para restituir la provincia eclesiástica, petición realizada por la Conferencia Episcopal Española a finales de los setenta, cuando estaba presidida por el cardenal Vicente Enrique Tarancón.

Uriarte, en Zarnora

Uriarte no está ahora en Bilbao como auxiliar, como hubiera deseado Tarancón, que propició para el País Vasco unos nombramientos que ayudaron a cicatrizar heridas abiertas durante el franquismo. El cardenal designaba con estos nombres al sucesor del obispo residente. Así ocurrió con Setién, que fue auxiliar de San Sebastián entre 1972 y 1979, año en que sustituyó al frente de la diócesis al navarro Jacinto Argaya cuando éste se jubiló.Juan María Uriarte fue nombrado el pasado mes de octubre obispo de Zamora. "Han tenido muy poca delicadeza", manifestó Xabier Arzalluz a este diario. El presidente del PNV recuerda que en esta localidad castellana estaba la cárcel especial para clérigos abierta por el régimen de Franco. En ella fueron encarcelados muchos de los sacerdotes que, en los sesenta, protagonizaron encierros en seminarios o huelgas de hambre en obispados para denunciar la represión franquista o solicitar la dimisión de su prelado, como ocurrió con Pablo Gúrpide, obispo de Bilbao.

Con Uriarte desplazado, la línea natural de sucesión dibujada por Dadaglio y Tarancón para la diócesis de Bilbao no parece que vaya a seguirse en esta ocasión, conjeturan varios sacerdotes conocedores de la política de nombramientos seguida por el nuncio Mario Tagliaferri durante la presidencia de Ángel Suquía en la Conferencia Episcopal. "Están nombrando a un episcopado carente de personalidad propia, que pone las velas al viento que sopla de Roma", señala un prestigioso teólogo de San Sebastián.

Distintas fuentes, eclesiales y civiles, ponen como un ejemplo de lo que puede ocurrir en el relevo del episcopado vasco el caso de Cataluña.

Arzobispo de Barcelona

Ricard Maria Carles, nacido en Valencia y con escaso fervor nacionalista, fue designado como arzobispo de Barcelona pese a las resistencias explicitadas desde la presidencia de la Generalitat y las recomendaciones realizadas por su predecesor en el cargo, el cardenal Narcís Jubany. "Euskadi es ahora la plaza fuerte no conquistada desde el centro. Van a desmantelar el vasquismo", señala un analista. El relevo en la diócesis de Barcelona, la salida de Uriarte de Bilbao y el hecho de que Setién, que padece problemas de corazón, no haya visto satisfecha su petición de disponer de un obispo coadjutor, son algunos de las claves que alimentan los temores de los nacionalistas del Gobierno vasco, que aspiran a enhebrar próximamente su discurso político con el terrorismo de ETA desaparecido. El relevo en las diócesis vascas "es más que una pura renovación de cargos, porque afecta a la vida política y social del país, en un momento delicado", indican las fuentes consultadas. "Por ello seguimos el tema con mucho interés", añadieron. Arzalluz expresa su preocupación personal ("Nunca hemos tratado este tema en ninguna mesa del partido", afirma) "ante cualquier relevo episcopal". "El sistema de elección de los obispos es impresentable, porque el clero y los fieles no tienen nada que decir", dice. Y añade: "Como cristiano, me preocupa que no sepan [los nuevos obispos] la lengua y que no estén a la altura de lo que el país requiere. Me preocupa los problemas que se puedan derivar".

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